La última aventura cinematográfica de Andrea Arnold, Bird, nos lleva en una montaña rusa emocional a través de los ojos de una niña de doce años llamada Bailey, brillantemente interpretada por la recién llegada Nykiya Adams. Ambientada en las calles llenas de graffiti del norte de Kent, la película explora las complejidades de crecer en medio del caos de un sistema familiar roto. Bailey vive con su padre Bug, interpretado por Barry Keoghan, un personaje de contradicciones: un hombre-niño con tatuajes de varios insectos, que sueña con planes como recolectar un limo alucinógeno de un sapo del río Colorado para financiar su próxima boda.
La película no se aleja de las duras realidades de la vida de Bailey, donde la negligencia y la adultez prematura chocan con la inocencia de la juventud. Arnold, conocida por su cruda representación de la vida de clase trabajadora, captura la esencia de la perspectiva de un niño en un mundo donde los adultos a menudo están demasiado absortos en sí mismos para notar los matices de la infancia. Nykiya Adams ofrece una actuación auténtica y desgarradora, encarnando la confusión y la resiliencia de una niña que navega por un laberinto de disfunción familiar. Sus interacciones con su padre, Bug, son un baile de amor y frustración, mostrando el vínculo complejo entre un padre que lucha por serlo y una niña que anhela algo más.
La interpretación de Barry Keoghan como Bug es destacada, aportando un encanto caótico y una tristeza subyacente a su personaje. Sus tatuajes, incluido un enorme ciempiés que serpentea por su cara y cuello, no son solo arte corporal sino una metáfora de los problemas que infestan su vida. La película utiliza inteligentemente estos tatuajes para reflejar el tormento interno de Bug y sus intentos de escapismo a través de sus esquemas para enriquecerse rápidamente. La actuación de Keoghan oscila entre lo cómico y lo trágico, capturando la esencia de un hombre que es a la vez un padre amoroso y un alma perdida.
La introducción de Bird, interpretado por Franz Rogowski, añade un elemento de realismo mágico a la narrativa típicamente realista de Arnold. Este personaje, con su falda escocesa y su aura misteriosa, sirve como catalizador para el viaje de autodescubrimiento de Bailey. Su interacción brinda algunos de los momentos más conmovedores de la película, donde la dureza de la realidad se encuentra con la posibilidad caprichosa del cambio. Sin embargo, la integración de este elemento fantástico a veces se siente desigual, alejando ocasionalmente la narrativa de su verdad emocional central.
La cinematografía de Robbie Ryan mejora aún más la atmósfera de la película, con escenas de Bailey vagando por campos o viendo pájaros volar libremente, filmadas con una calidad poética que contrasta bruscamente con los espacios confinados de su vida en casa. El sonido juega un papel significativo en Bird, con una banda sonora que incluye desde pop hasta punk, reflejando la naturaleza ecléctica de la personalidad de Bug y la vida turbulenta de Bailey.
Sin embargo, Bird tiene un pequeño defecto. El aspecto de realismo mágico, aunque intrigante, podría haberse tejido de manera más fluida en la trama para evitar momentos en los que la película parece estar buscando simbolismo sobre sustancia. A pesar de esto, Bird brilla como una historia de crecimiento que no se aparta de los rincones más oscuros de la vida. La dirección de Arnold es empática, capturando los gritos silenciosos del alma de un niño en medio del caos adulto.
Bird es una película que invita a reflexionar sobre cómo vemos y nutrimos a los niños que nos rodean, a menudo perdidos en nuestras propias narrativas. Es una historia que resonará profundamente con aquellos que ven la belleza en la lucha y en volar por encima de las circunstancias.
Bird llega a los cines Luna Palace el 20 de febrero, asegúrate de verla cuando llegue a Luna Outdoor el 23 de febrero.
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