La osteoartritis es una afección que afecta principalmente a adultos mayores. Se desarrolla cuando el cartílago, el amortiguador entre los huesos, se deteriora debido a factores genéticos, metabólicos o inflamatorios. Esto provoca que los huesos se froten entre sí, lo que conduce a dolor, rigidez y cambios en la estructura ósea subyacente, como osteofitos (espuelas óseas), que limitan aún más la función articular.
La predisposición genética juega un papel significativo en el desarrollo de la osteoartritis, ya que ciertas personas son más susceptibles a ella debido a rasgos heredados. Factores metabólicos como la obesidad contribuyen a un mayor estrés en las articulaciones, acelerando el desgaste del cartílago. Los procesos inflamatorios dentro de la articulación también exacerban la degradación del cartílago.
Los tratamientos convencionales, como analgésicos y terapia física, a menudo se centran en el manejo de los síntomas en lugar de abordar las causas subyacentes. Si bien proporcionan alivio temporal, no detienen la progresión del daño articular. Algunos medicamentos también tienen efectos secundarios, como problemas gastrointestinales y un mayor riesgo cardiovascular.
En lugar de depender únicamente de estos tratamientos, considere enfoques alternativos que se dirijan a las causas subyacentes de la osteoartritis. Nutrientes como la vitamina K, tanto K1 (filoquinona) como K2 (menaquinonas), han demostrado ser prometedores en el apoyo a la salud articular, promoviendo la integridad del cartílago y ralentizando la progresión de la enfermedad, ofreciendo una forma más segura y efectiva de proteger sus articulaciones y mejorar la movilidad.