La ciudad más pequeña de España, Frias, con una población de menos de 300 habitantes, también es una de las más bonitas del país.
Con dos iglesias, un convento y casas ubicadas en el borde de un acantilado, se encuentra a 80 kilómetros de Burgos en la región norte de Castilla y León.
El rey Juan II de Castilla otorgó a Frias el estatus de ciudad en 1435 y en la actualidad es un lugar turístico muy popular.
Para muchos visitantes, pasear por ella es como retroceder en el tiempo con una arquitectura pintoresca en un entorno idílico que parece congelado en el tiempo.
La ciudad está en lo alto de una colina sobre el río Ebro, que era un punto estratégico de cruce para las rutas que conectaban con el Mar Cantábrico.
Frias recibe su nombre en homenaje a la baja temperatura del agua que fluía de las cumbres montañosas drenando en el Valle de Tobalina.
No es sorprendente que las calles estrechas alrededor de la ciudad signifiquen que los vehículos estén prohibidos, ya que las sinuosas calles empedradas y callejones suben hacia la cima.
Frias tiene un puente de nueve arcos en las orillas del Ebro y una muralla que resguarda el Castillo de Velasco, que fue construido entre los siglos XII y XV, junto con su puente levadizo y foso.
El castillo era una fortificación defensiva estratégica contra tropas invasoras.
La ciudad está rodeada de un paisaje excepcional con campos, tierras de cultivo, colinas, bosques y las Montañas Obarenes.