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DANA, que significa depresión aislada en niveles altos, comúnmente conocida como la gota fría, es un fenómeno asociado al Mediterráneo occidental, fue una DANA la que produjo las lluvias torrenciales y devastadoras en Valencia.
Mallorca conoce muy bien la DANA, pero las lluvias torrenciales que afectan a la isla, especialmente en otoño, serían más intensas si no fuera por lo que un meteorólogo se refiere como una “válvula de seguridad”.
Agustín Jansà es el exdelegado en las Islas Baleares de la Aemet. Él explica que hay un factor que tiende a contrarrestar la generación de lluvias intensas: el viento. En este sentido, señala la influencia de uno de los ocho vientos del Mediterráneo, el viento del norte, conocido en Mallorca como la Tramuntana. Un calentamiento del mar puede contribuir a lluvias particularmente intensas. “Pero vientos fuertes, fríos y secos, como la Tramuntana, enfrían el agua superficial y por lo tanto dificultan la formación de lluvias torrenciales.
“Después del verano, si hay episodios repetidos de viento frío, la temperatura del mar desciende gradualmente y efectivamente, por lo que la probabilidad de lluvias torrenciales tiende a disminuir. Se podría decir que los vientos fuertes, fríos y secos son una válvula de seguridad contra el riesgo de lluvias torrenciales, aunque no en todas las áreas por igual.”
Un área a la que sí se aplica se encuentra entre la costa francesa y las Baleares. Sin embargo, Jansà advierte que hay un problema potencial. “El cambio climático puede estar causando una disminución de la Tramuntana, lo que podría debilitar esta válvula de seguridad.
“El cambio climático está forzando un calentamiento del Mediterráneo, no solo en verano y otoño, sino también en primavera e incluso en invierno. Por lo tanto, el cambio climático puede contribuir a desencadenar lluvias torrenciales en el Mediterráneo, y estas lluvias pueden tender a aumentar en frecuencia e intensidad.”