Para hasta el 10.8% de mujeres embarazadas, la hiperémesis gravídica (HG) convierte la experiencia alegre del embarazo en una prueba física y emocional implacable. Mucho más grave que la típica “náuseas matutinas”, la HG encierra a las mujeres en un ciclo debilitante de náuseas, vómitos y deshidratación.
Estos síntomas pueden llevar a complicaciones graves de la salud, incluyendo pérdida de peso de más del 15%, defectos neurológicos en bebés, e incluso suicidio materno. Sin embargo, a pesar de sus consecuencias que alteran la vida, la HG sigue siendo mal entendida, subdiagnosticada y tratada de manera inadecuada. La mayoría de las mujeres que sufren de HG se ven obligadas a asegurar múltiples visitas a la sala de emergencias, desesperadas por alivio.
Para los ginecoobstetras, la HG presenta sus propios desafíos. En un campo ya muy exigido, muchos proveedores se ven obligados a hacer lo mejor posible para aliviar los síntomas en ausencia de estrategias comprobadas o recursos clínicos. Es hora de un nuevo enfoque, uno que sirva mejor a los pacientes y a los médicos.
¿Por qué nuestro enfoque actual en la atención falla?