Las instrucciones eran concisas y claras. Los que esperaban marchar al estadio con los fanáticos de Hungría para el primer partido de fútbol de la Eurocopa debían presentarse a las 10 a.m. en punto, cinco horas antes del inicio. Se aplicaría un estricto código de vestimenta. Algunos podían vestir de negro. Otros debían quedarse con rojo, blanco y verde, los colores de la bandera del país. En ningún caso debía haber excentricidades. Se recordaba a los posibles marchantes que iban “a un estadio de fútbol, no a un circo”. El tono imperativo y ligeramente priggish resultaba chocante, considerando la fuente de las órdenes: la página oficial de Facebook de la Brigada Cárpatos, una facción virulentamente nacionalista de fanáticos hardcore – ultras, como se conocen a tales grupos – que brinda apoyo vociferante y volátil al equipo nacional húngaro.