Vientos fuertes y la amenaza de tormentas de arena el sábado llevaron a Beijing a cancelar cientos de vuelos y cerrar parques públicos, ya que fuertes ráfagas derribaron cientos de árboles, aplastando autos y dañando hogares antiguos en la capital de China.
Los dos enormes aeropuertos internacionales de Beijing, Beijing Capital y Daxing, cancelaron 693 vuelos para las 2 p.m. hora local, con advertencias de más clima violento en camino, especialmente en el norte del país y a lo largo de las zonas costeras.
Más vuelos y trenes fueron cancelados en otras partes de China. Algunas zonas del país registraron sus vientos más fuertes en más de 75 años, alcanzando hasta 148 kph (92 mph).
Un niño vestido como el emperador reacciona después de recuperar su corona volada afuera de la Ciudad Prohibida durante fuertes vientos en Beijing, China, el sábado 12 de abril de 2025.
En Beijing, el parque temático de Universal Studios estuvo cerrado al menos hasta el domingo y sitios históricos como la Ciudad Prohibida de Beijing, el Palacio de Verano y el Templo del Cielo estuvieron cerrados. Los partidos de fútbol y otros eventos al aire libre también fueron suspendidos.
Los vientos fuertes y las tormentas de arena se generan en el norte seco de China, donde se encuentran los desiertos de Gobi y Taklamakan rodeados de praderas, montañas y bosques. China ha luchado durante décadas para reducir el impacto de las tormentas de arena, especialmente en Beijing, que se encuentra en el borde de una región árida y donde dichas tormentas pueden reducir la visibilidad a prácticamente cero, enviar arena a los edificios y la ropa, y causar molestias severas en los ojos, la nariz y los oídos.
En 2021, una tormenta de arena, considerada la más grande en una década en golpear a Beijing, tiñó los cielos de amarillo. El gobierno de la ciudad ordenó a las escuelas cancelar deportes y eventos al aire libre, y aconsejó al público permanecer dentro siempre que fuera posible, ya que cientos de vuelos fueron cancelados.
Las agencias meteorológicas en China atribuyeron la mala calidad del aire a una tormenta de arena que barría el norte de China desde Mongolia del norte, donde las autoridades dijeron que había dejado varios muertos, antes de ser llevada al sur por los vientos y reducir la visibilidad en Beijing a menos de 500 metros.