Era febrero de 1943 y mientras era un marinero mercante, me dirigía a mi barco – el SS Fort-a-la-Corne – en la oscuridad después de una noche en tierra en Newport, Gales del Sur.
Estaba completamente oscuro, escuché un “miau” así que me detuve y sentí algo alrededor de mis tobillos.
Me agaché y efectivamente era un gato. Después de acariciarlo y hablarle, seguí adelante por la pasarela y por el pasillo hacia mi camarote, encendí la luz y allí, a mis pies, estaba este gato.
De inmediato saltó a mi litera, cómo supo que era mi litera de entre las cuatro, solo Dios lo sabe. De todos modos, fui a la despensa y encontré una lata de carne enlatada y lo vi cenar.
Desde entonces dormía en mi litera y se adueñó del barco, así que lo llamamos “Capitán”. Rápidamente se hizo amigo de la tripulación a la que todos querían.
Transportábamos materiales de guerra a África del Norte, pero él no intentaba desembarcar, lo cual era triste realmente porque hace 81 años, después de uno de esos viajes, el 30 de marzo de 1943, estábamos de regreso a casa cuando un submarino alemán, el Gunter Jahn, nos disparó dos torpedos, alcanzándonos en el centro del barco.
Todos abandonaron la nave y rescatamos a tantos como pudimos ver en el bote salvavidas, pero era de noche y no había rastro del Capitán, así que como un buen capitán se hundió con su barco y perdí a un gran amigo.
Afortunadamente, el capitán, 43 miembros de la tripulación y diez artilleros del Fort a la Corne fueron finalmente recogidos por un barco de escolta británico y desembarcamos en Gibraltar.
Creo que eso fue lo que me llevó a dedicarme a rescatar gatos enfermos y abandonados.
¡Por eso me llaman … Joe, El Hombre de los Gatos!