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Las cifras del aeropuerto cuentan una historia. El verano pasado llegó un número récord de turistas a Mallorca de vacaciones, pero si se rasca un poco la superficie, hay una historia diferente y no es una de récords. Las ventas en bares y restaurantes han descendido al menos un 20 por ciento. Eso es mucho dinero en una industria que emplea a 50,000 personas en las islas.
Los turistas vinieron de vacaciones, pero con precios de hoteles más altos, su presupuesto estaba limitado. Fue cuestión de hoteles llenos y bares y restaurantes medio vacíos. Pero incluso las cifras del aeropuerto cuentan otra historia. El número de turistas británicos que llegaron a las Baleares en julio descendió un 10 por ciento y el número de peninsulares españoles cayó un 13 por ciento. Hubo un gran aumento en el turismo alemán que contrarrestó la caída de españoles y británicos.
Entonces, ¿deberían preocuparse las autoridades locales? Por supuesto, una gran caída en las ganancias de una industria clave es un golpe importante que tendrá un impacto en la economía local. Lo sorprendente es que a pesar de los precios más altos de los hoteles, los turistas aún vinieron, pero con un presupuesto mucho más reducido. También deberían preocuparse por la disminución del turismo británico y peninsular, dos mercados clave.
Para Mallorca, en un momento en que un número considerable de residentes locales se quejan de demasiados turistas, fue un escenario nefasto el verano pasado; más turistas pero gastando menos. Lo que la mayoría de la gente quiere es menos turistas gastando más.
Como todos saben, Mallorca ya no es un destino turístico barato. Una copa de vino en algunos bares en el centro de Palma ahora cuesta 7 euros y una comida promedio para dos en un restaurante promedio puede costar más de 70 euros.
A veces, las cifras oficiales pintan un cuadro que está lejos de la verdad.
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