La película “I’m Still Here” de Walter Salles es un vistazo íntimo a la resistencia de la familia Paiva en medio de la brutal dictadura militar de Brasil en la década de 1970. Adaptada de las memorias de Marcelo Rubens Paiva, la historia sigue a Eunice Paiva (Fernanda Torres), una madre sumergida en una batalla silenciosa pero feroz por la supervivencia después de que su esposo, Rubens (Selton Mello), es arrebatado por el régimen, sin volver nunca. Es un relato arraigado en la historia real, rebosante de potencial para un drama humano crudo, y Salles, conocido por su toque delicado en películas como “Central Station”, parece estar preparado para ofrecerlo. Para mí, la narrativa en sí misma es innegablemente fascinante, un recordatorio contundente del costo personal impuesto por la opresión política, pero la película no logra forjar la conexión emocional necesaria para realmente atraparme.
La historia se centra en la familia Paiva viviendo en el soleado Río de Janeiro. Al principio, su mundo es un collage de días de playa y risas. Fernanda Torres es el pilar de la película como Eunice Paiva, una madre de cinco hijos cuya gracia natural oculta un núcleo de acero que solo se revela cuando su esposo, Rubens (Selton Mello), es arrebatado por el régimen. Lo que comienza como una “declaración” aparentemente rutinaria se convierte en un vacío de incertidumbre, dejando a Eunice para mantener unida a su familia fracturada mientras persigue sombras en busca de respuestas. Fernanda Torres ofrece una actuación de notable contención como Eunice, su rostro un mapa de dolor reprimido y resolución firme mientras navega un futuro incierto para sus cinco hijos. Es una interpretación sutil y vivida que los críticos han elogiado correctamente, y sin embargo, me encontré admirándola más que sintiéndola.
Salles, conocido por “Central Station” y “Los diarios de motocicleta”, pone de manifiesto su humanismo característico, pero esta vez con una intensidad más tranquila. Es una lenta combustión, casi demasiado lenta a veces, ya que la historia se extiende a lo largo de décadas, saltando a 1996 y 2014 para rastrear la larga cola del trauma.
“I’m Still Here” no me atrapó tanto como esperaba: a pesar de su premisa convincente y actuaciones sólidas, mantiene a su audiencia a distancia. El ritmo deliberado de la película y el tono apagado, características del estilo de arte de Salles, funcionan para evocar un sentido de pérdida persistente, pero también amortiguan el impacto emocional. Quería sufrir junto a Eunice, sentir el golpe en el estómago de la ausencia de su esposo y el terror de un régimen que se acerca, pero los momentos emocionales a menudo llegan suavemente donde podrían haber golpeado fuerte. Los saltos temporales a 1996 y 2014, mostrando la lucha continua de Eunice por justicia (con Fernanda Montenegro asumiendo el papel de la Eunice mayor), agregan alcance histórico pero diluyen la intensidad de la tragedia central. Es como si la película se mostrara reacia a profundizar en la maquinaria política detrás de la desaparición de Rubens.
No se puede negar la habilidad de Salles ni su inversión personal en este relato de resistencia. La historia que desentierra: la dictadura de Brasil, los desaparecidos, las familias dejadas atrás, es vital y cautivadora, y me alegra que se esté contando. Pero como espectador, me encontré más intelectualmente comprometido que emocionalmente invertido. “I’m Still Here” es una película que respeto inmensamente por su intención y ejecución, sin embargo, me dejó anhelando una chispa, un momento de conexión cruda, para cerrar la brecha entre su poderosa historia y mi corazón.
“I’m Still Here” llega a los cines de Luna Palace el jueves 27 de febrero de 2025
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