The biotech industry has been using CRISPR gene-editing technology to modify genetic material in living organisms and crops, resulting in changes to taste profiles, extended shelf life, and enhanced resistance to specific pathogens. However, the health consequences of these modifications are still unknown.
While these genetic modifications have primarily been done in controlled laboratory environments, there is concern about the development of new pesticides designed to edit genes that may soon be available. These pesticides are being promoted as more environmentally friendly than chemical pesticides, but there are worries about the potential ecological destruction they could cause if released into the open environment.
CRISPR gene-editing technology works by using the Cas9 protein and a guide RNA to target and cut DNA at specific locations, allowing for the introduction of new genetic material or edits to achieve desired traits. However, studies have shown that this technology comes with numerous potential risks.
A recent study raised concerns about the unintended side effects of CRISPR-edited pesticides on nontarget organisms. The study found that these pesticides affected 12 out of 18 species investigated, leading to potential health consequences due to unintended genetic changes. The authors warned that even small changes in keystone species behavior could have significant ripple effects on the environment.
Researchers have limited understanding of the potential side effects of genetic engineering, as outcomes can be highly unpredictable. Despite being considered more precise, CRISPR technology can still cause off-target effects, including small insertions or deletions of DNA bases and large-scale rearrangements of the genome. Studies have also shown unintended structural variations in the genome when using CRISPR technology for gene editing. Los autores concluyeron:
“Nuestros hallazgos plantean preocupaciones sobre la seguridad de la inmunoterapia mediada por células T editadas con CRISPR/Cas9. Las SVs persistentes podrían ser un problema para las células TCR [receptor de células T] editadas con CRISPR/Cas9 o células CAR [Receptor de Antígeno Quimérico] similares, ya que estas células que contienen SV pueden adquirir más mutaciones durante una mayor expansión clonal.”13
Además, investigadores del Hospital de Niños de Boston han descubierto que el uso de CRISPR en líneas celulares humanas puede llevar a importantes reordenamientos de ADN, potencialmente aumentando el riesgo de cáncer. Estas interrupciones se observaron en hasta el 6% de los casos.14
En mis artículos anteriores, también he discutido las implicaciones de las verduras editadas con CRISPR,15 insectos16 e incluso bebés.17 Te animo a profundizar en estos temas para entender las consecuencias profundas y potencialmente peligrosas de esta tecnología para nuestro medio ambiente y futuro.
¿Qué nos depara el futuro con plaguicidas de edición génica?
Como si los plaguicidas convencionales ya no fueran una preocupación significativa para la salud humana y el medio ambiente, pronto podríamos enfrentar los desafíos planteados por los plaguicidas de edición génica también. Si bien esta tecnología promete beneficios como un impacto ambiental reducido, la realidad presentada por el estudio destacado revela una realidad más preocupante.
Podríamos estar ante un futuro donde la misma composición genética de nuestro ecosistema podría ser alterada inadvertidamente, desde microorganismos del suelo y polinizadores hasta cultivos, ganado y humanos. El rápido desarrollo de esta tecnología supera nuestra comprensión de sus efectos a largo plazo, convirtiendo esencialmente nuestro medio ambiente y suministro de alimentos en un vasto experimento incontrolado.
El futuro de la agricultura no tiene por qué ser una elección entre plaguicidas químicos dañinos y tecnologías de edición génica impredecibles. En su lugar, deberíamos invertir en prácticas agrícolas verdaderamente sostenibles y regenerativas que trabajen con la naturaleza, no en su contra.
La agricultura regenerativa elimina el uso de pesticidas al centrarse en la salud del suelo y la biodiversidad. Emplea técnicas como la rotación de cultivos y el manejo integrado de plagas para crear ecosistemas equilibrados donde los depredadores naturales controlan naturalmente las plagas. La incorporación de animales en el sistema mejora aún más este enfoque.
Los animales en pastoreo no solo controlan las malas hierbas y las plagas al consumirlas, sino que también enriquecen el suelo con su estiércol. Esto, a su vez, crea suelos saludables que producen plantas más fuertes y resistentes a las plagas, eliminando la necesidad de intervenciones químicas mientras mejora los rendimientos y la calidad de los cultivos de forma natural.
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