Africa’s oldest liberation movement is facing challenges and may be following the same path as other similar groups on the continent. The African National Congress (ANC), established in South Africa over a century ago, has recently lost its parliamentary majority for the first time in three decades. Despite this, it remains the most popular party in the country.
The days of voters blindly supporting the ANC due to its historical role in fighting against apartheid seem to be fading. This trend mirrors the downfall of other liberation movements that have succumbed to corruption, nepotism, and an increasingly dissatisfied population eager for change. Some ruling liberation parties in southern Africa are accused of maintaining power through electoral fraud.
Researcher David Soler Crespo has highlighted the “slow death of liberation movements,” emphasizing that it is unrealistic for a single party to remain in power for a century. These parties have managed to consolidate their control not only over the government but also over the mindset of the nation. The legacy of the liberation struggle is deeply ingrained in the culture of the region, making it challenging for citizens to detach themselves from the ruling party.
While Namibia, South Africa, and other countries are viewed as relatively democratic, Zimbabwe, Angola, and Mozambique have been criticized for suppressing dissent to retain power. Allegations of election rigging, intimidation of opposition parties, and voter manipulation have plagued these countries’ political landscapes.
The decline in support for long-standing liberation parties signals a shift in generational values, with younger citizens prioritizing issues such as equality, job opportunities, and improved healthcare. As these countries navigate their political landscapes, the future of liberation movements and governance remains uncertain. De hecho, la mayoría de las elecciones en Zimbabwe han sido empañadas por acusaciones de manipulación o intimidación de la oposición, aunque esto siempre es negado por el partido gobernante, Zanu-PF.
Después de las elecciones de 2022 en Angola, miles de personas salieron a las calles para protestar contra presunta fraude electoral.
Cuanto más tiempo han estado en el poder los movimientos de liberación, más se les acusa de corrupción y amiguismo y de no gobernar en interés del pueblo.
Chris Hani, el fallecido héroe sudafricano antiapartheid, previó esto cuando dijo: “Lo que temo es que los liberadores surjan como elitistas que conducen Mercedes Benz y usan los recursos de este país para vivir en palacios y acumular riquezas.”
Pero un ex combatiente de la liberación de Zimbabwe, que pidió permanecer en el anonimato, le dijo a la BBC que muchos de los movimientos no habían tenido suficiente tiempo para entender el orden mundial.
Señaló que Europa soportó monarquías autoritarias gobernando durante siglos y han tenido tiempo para aprender y adaptarse.
“Los gobiernos de liberación todavía están tratando de ponerse al día en un mundo que no fue diseñado para ellos”, dijo.
Derrocar el dominio colonial y de la minoría blanca fue difícil, pero gobernar ha traído otros desafíos.
Liderar un movimiento revolucionario requiere una determinación y lealtad estricta, mientras que dirigir un país necesita una mayor flexibilidad, colaboración y la capacidad de equilibrar los intereses de diferentes sectores de la población.
Algunos movimientos han quedado cortos en esto. Y es posible que no les quede mucho tiempo.
Pero el Sr. Crespo sostiene que si estos partidos recuperan los ideales que los llevaron al gobierno, escuchan a los jóvenes y se encuentran a sí mismos de nuevo, pueden aguantar un poco más.
[BBC]
[Getty Images/BBC]
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