Hace cinco años, la superestrella canadiense Shawn Mendes estaba en la cima del mundo; dos nominaciones al Grammy precedieron a una gira mundial agotada y un lucrativo trabajo como la cara – y bulto – de la ropa interior de Calvin Klein. Un cuarto álbum tibio, Wonder, del 2020, rápidamente olvidado, y un descanso por salud mental encuentran a Mendes reconstruyendo constantemente desde cero.
Principalmente evitando el pop-rock galopante de antes, las 12 pistas cortas de Shawn, incluyendo una versión superflua del himno de autenticidad de Leonard Cohen, Hallelujah, se centran en un suave rock-folk sin adornos. La reflexiva canción de apertura, Who I Am, que analiza las secuelas de su tiempo lejos con franqueza, se reduce a guitarra acústica y voces de fondo distantes. The Mountain, por otro lado, sigue una ruta similar pero es memorable principalmente por hacer referencia a la sexualidad tan comentada de Mendes.
El dulce croon pop de Mendes no se presta realmente a tal luz cruda, sin embargo, con el blues Nobody Knows inclinándose hacia el pulido boom-bap de los Lumineers en lugar de algo más áspero. Es una lástima, porque cuando se sumerge en esa astucia pop en el excelente sencillo Why Why Why y en el hermoso AOR de los años 70 de Heart of Gold – sobre la muerte de un amigo de la infancia – establece una conexión emocional más fuerte.