Cuando te esguinzas un tobillo o coges un resfriado, la respuesta inmediata de tu cuerpo es desencadenar inflamación, un proceso natural y protector que aísla y repara las células dañadas. Es la razón por la que un tobillo torcido se hincha, una garganta dolorida se vuelve roja y tierna, o se desarrolla fiebre para combatir patógenos.
Estas reacciones, aunque incómodas, son esenciales para la curación y la recuperación, señalando al sistema inmunológico a trabajar eficientemente. Sin embargo, la inflamación no siempre es visible ni beneficiosa. Cuando persiste mucho tiempo después de la necesidad inicial del cuerpo de curación, la inflamación se convierte en un proceso silencioso y continuo que daña tejidos sanos y perturba funciones normales.
La inflamación crónica ocurre sutilmente y se acumula con el tiempo, a menudo como resultado de factores de estilo de vida y dietéticos. Reconocer cómo se manifiestan diferentes tipos de inflamación y apuntar a sus desencadenantes subyacentes son esenciales para reducir su impacto y proteger tu salud a largo plazo.