ESPAÑA se enfrenta a una creciente presión para abandonar sus planes de eliminar la energía nuclear para el 2035 en medio de un oscuro panorama económico y geopolítico incierto.
Una vez entusiasta sobre la energía nuclear con ocho plantas que proporcionaban el 38% de su electricidad en la década de 1980, ahora opera solo cinco instalaciones que generan el 20% de su energía.
Estos reactores fueron principalmente construidos entre las décadas de 1970 y 1980, lo que los hace tener varias décadas de antigüedad.
Bajo el plan del primer ministro socialista Pedro Sánchez en 2019, las plantas restantes cerrarán en la próxima década.
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España alberga cinco plantas de energía nuclear en funcionamiento.
A medida que se acerca el cierre programado de la planta de Almaraz en 2027-28, sin embargo, la oposición se ha intensificado, con grupos empresariales y partidos de oposición citando el aumento de la demanda energética y preocupaciones económicas.
Los dos reactores de la planta generan alrededor del 7% de la electricidad total de España.
El grupo de presión Foro Nuclear argumenta que la decisión “se adoptó en un contexto industrial, geopolítico, social y económico completamente diferente” y ya no tiene sentido sin alternativas viables.
El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, llamó a la energía nuclear “absolutamente necesaria” para mantener las luces encendidas.
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Mientras tanto, la revolución de la inteligencia artificial es notoriamente intensiva en energía y España ya ha anunciado sus intenciones de posicionarse en la vanguardia de alojar centros de datos en Europa.
El partido conservador PP ha logrado que el parlamento apruebe una moción instando al gobierno a mantener las operaciones nucleares, con la líder regional de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, advirtiendo que España “no está lista para reemplazar la energía nuclear”.
Un estudio de PwC sugiere que los precios de la electricidad podrían aumentar un 23% para los hogares y un 35% para las empresas si los reactores nucleares cierran.
El profesor de derecho ambiental Enric Bartlett cree que cerrar las plantas sin interrupciones es posible con la suficiente capacidad alternativa y la infraestructura adecuada, pero requeriría “un aumento significativo en la inversión”.