El exitoso y viable tratamiento médico descansa en tres pilares fundamentales de la salud: seguridad, eficacia y accesibilidad. Trastorno de estrés postraumático (TEPT) se ha convertido en un área crítica de necesidad en los Estados Unidos, afectando a 13 millones de estadounidenses, muchos de los cuales son mujeres, junto con una notable prevalencia entre los veteranos. TEPT se desarrolla después de que alguien experimenta un evento traumático o amenazante para la vida como asalto, abuso, combate, enfermedad, accidente o desastre natural.
A pesar de su prevalencia, las terapias de atención estándar actuales (SOC) para TEPT a menudo fallan en muchos pacientes. Aproximadamente el 50% de los pacientes no responden a la psicoterapia, mientras que los medicamentos pueden tener efectos secundarios graves. Incluso cuando son efectivos, estos tratamientos están fuera del alcance de los pacientes debido a la inaccesibilidad. A nivel nacional, solo se satisfacen el 26,8% de las necesidades de servicios de salud mental, y más de 120 millones de estadounidenses viven en áreas con escasez de profesionales de la salud mental.
A medida que aumentan los casos de TEPT, también lo hace su impacto en la sociedad. Estados Unidos gasta actualmente un estimado de $477.5 mil millones anualmente en gastos evitables e innecesarios relacionados con las inequidades de salud mental. Además, los estudios han demostrado que las personas que sufren de TEPT u otros trastornos mentales tienen más probabilidades de desarrollar afecciones crónicas de salud física como diabetes e hipertensión, utilizar más a menudo las provisiones de salud de emergencia, ser menos productivas en el trabajo y tener más probabilidades de morir prematuramente. Para aliviar esta carga, debemos explorar tratamientos innovadores que sean accesibles para todos los pacientes.
MDMA-AT: Un sueño inaccesible
La terapia asistida por MDMA (MDMA-AT) para TEPT ha generado debate, centrado principalmente en preocupaciones sobre seguridad y eficacia. Sin embargo, la accesibilidad fue en gran medida pasada por alto en las discusiones que siguieron. Pero no importa cuán novedoso pueda ser un tratamiento, si es inaccesible para los millones de personas que lo necesitan, su relevancia se vuelve insignificante.
El tratamiento con MDMA-AT demanda una inversión significativa de tiempo y dinero, lo que hace que el tratamiento sea inaccesible para la mayoría de los pacientes. El protocolo de tratamiento implica tres sesiones de psicoterapia preparatoria de 90 minutos, seguidas de una serie de sesiones de ocho horas durante las cuales los pacientes reciben MDMA. Entre cada sesión de ocho horas, los pacientes asisten a terapia de integración, lo que equivale a casi 40 horas de terapia en un período de 12 semanas.
Para personas como padres, maestros, cuidadores, trabajadores a tiempo completo o empleadores, reservar ocho horas para incluso una sola sesión es exigente. Del mismo modo, los 400,000 socorristas en los EE. UU. diagnosticados con TEPT deben permanecer disponibles para emergencias, lo que les presenta barreras significativas para acceder a MDMA-AT. El costo financiero del tratamiento también es prohibitivo. En el ensayo de fase 3, los costos de tratamiento alcanzaron los $11,537 por paciente, una cifra muy por encima del alcance de los 1.5 millones de veteranos que viven por debajo de la línea de pobreza federal, o los 2.4 millones adicionales que viven al día con sus salarios. Esto se vuelve aún más desafiante al tener en cuenta la pérdida de salarios debido al tiempo fuera del trabajo.
MDMA-AT presenta desafíos para las clínicas debido a la formidable carga operativa. Tratar a un solo paciente requiere tanto el bloque de tiempo de ocho horas con una posible estancia nocturna, como dos terapeutas capacitados para administrar el tratamiento. Durante este tiempo, los clínicos no pueden atender a otros pacientes, lo que afecta los ingresos de la clínica. Para clínicas más pequeñas con personal limitado, el programa de tratamiento con MDMA-AT no solo es insostenible, sino también financieramente impracticable. Con la escasez nacional de profesionales de la salud mental, escalar MDMA-AT para un uso generalizado sería casi imposible.
¿Qué sigue para el tratamiento del TEPT?
Si bien el rechazo de MDMA-AT fue una decepción para muchos, su accesibilidad limitada hizo que el contratiempo fuera menos significativo de lo que se retrató. Los psicodélicos están aquí para quedarse. Pero se necesita más investigación para demostrar su seguridad y eficacia, y esto llevará tiempo. Desafortunadamente, el tiempo es un lujo que muchos pacientes con TEPT no pueden permitirse.
En los últimos años, la industria de la salud mental se ha vuelto cada vez más hacia tecnologías basadas en la neurociencia aprobadas por la FDA que ofrecen alternativas prometedoras para el tratamiento del TEPT. Estas tecnologías, que cumplen con todos los criterios clave de eficacia, seguridad y accesibilidad, están surgiendo como herramientas valiosas para llenar los vacíos en la atención. Por ejemplo, la auto-neuromodulación recibió la aprobación de la FDA para el tratamiento del TEPT y está en ensayos clínicos para evaluar el tratamiento de otras afecciones como el trastorno depresivo mayor, entre otros. Y esto es solo el principio.
Ante el aumento de las tasas de TEPT y sus consecuencias de gran alcance, la innovación en esta área no solo es una oportunidad, sino una necesidad. Científicos, investigadores e innovadores de la medtech han puesto su mirada en el desarrollo de tratamientos impulsados por tecnologías novedosas. Estos tratamientos deben ser escalables, rentables y poder integrarse fácilmente en los flujos de trabajo existentes para ayudar a mitigar la escasez de profesionales de la salud mental. Con una mayor inversión y respaldo del Congreso para apoyar el avance en el campo, podemos garantizar que cada estadounidense que busque tratamiento para TEPT tenga acceso a una atención efectiva, segura y asequible, independientemente de su ubicación, antecedentes o clase socioeconómica.
Imagen: torwai, Getty Images
El Dr. Aron Tendler está certificado en psiquiatría, medicina del sueño y medicina de la obesidad. Tiene una práctica privada y un centro de investigación en West Palm Beach, FL. Es el director médico de GrayMatters Health.
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