La remodelación del Aeropuerto de Palma significa que los controladores de tráfico aéreo ya no podrán estacionar justo en la puerta del centro de control. En su lugar, tendrán que usar el estacionamiento general de pasajeros y luego caminar alrededor de medio kilómetro hasta el centro y pasar por un filtro de seguridad para trabajadores del aeropuerto. Básicamente, tendrán que cruzar el aeropuerto para llegar a su lugar de trabajo.
Los controladores creen que esto podría resultar en un “riesgo técnico y operativo” al socavar “la garantía y continuidad” de un servicio esencial, especialmente si hay incidentes como inundaciones o fallas en el sistema informático. El operador del aeropuerto, AENA, no está de acuerdo en que existan riesgos, aunque ni AENA ni la empresa de navegación aérea, Enaire, que emplea a los controladores, han realizado un cálculo de cuánto tiempo les llevará llegar desde el estacionamiento.
Las estimaciones de los controladores son de hasta 30 minutos. Esto podría ser más largo en temporada alta y en días con un gran número de pasajeros. Esto, afirman, significará una desaceleración significativa en la tasa de acceso del personal a “instalaciones consideradas críticas para la seguridad”.
La portavoz del sindicato de controladores USCA, Beatriz González, insiste en que no se están quejando de no poder estacionar junto a la puerta. Montse Palà del comité del centro de control dice que la dirección de Enaire está siendo solicitada a negociar una ruta de acceso con AENA que permita un paso “fluido” hacia el centro.
En una carta enviada a Enaire, se solicitaron diversas medidas “para minimizar los efectos negativos” del cambio. Entre ellas se encuentran “evaluaciones periódicas para medir las consecuencias psicosociales que el cambio en el acceso causará al personal y los efectos en la salud de pasar por los detectores de control de seguridad a diario”.