El Rey y la Reina de España parecen tener los hombros anchos. La próxima semana realizarán una visita de regreso al epicentro de las catastróficas inundaciones en Valencia, donde los supervivientes los abuchearon y arrojaron barro durante su primer viaje hace unos diez días. Residentes furiosos corearon “asesinos” en el pueblo arrasado de Paiporta, en la región de Valencia, y lanzaron proyectiles y barro contra la pareja y el Primer Ministro Pedro Sánchez el 3 de noviembre.
Mientras Sánchez y el líder de la región de Valencia, Carlos Mazón, quien está bajo una creciente presión para dimitir por su manejo del incidente, fueron rápidamente escoltados lejos, los miembros de la realeza se enfrentaron al caos para hablar con las víctimas de las inundaciones y calmar las tensiones.
Por un lado, esto fue muy admirable; por otro lado, nunca antes miembros de la familia real española, y en particular el Rey y la Reina, habían sido insultados y atacados de forma tan violenta. Y el hecho de que el Primer Ministro se diera a la fuga no ayuda en absoluto. Estoy seguro de que los asesores del Primer Ministro le advirtieron que su presencia tenía todas las características de desencadenar ira, pero ¿los miembros de la realeza? Creo que hay muchas lecciones que aprender de lo sucedido en Valencia, una de ellas sobre el lugar de la realeza española en la sociedad del siglo XXI.