Había un montón de sombreros de moda y, por supuesto, llevaba uno de esos sombreros anchos. Pero tuvo un ataque al corazón y murió. Luego descubrieron que tenía un tumor cerebral del tamaño de una naranja.
Y luego está la historia de la mujer que se inyectó extracto de azafrán en la cara para mantenerse joven. Pero acabó envenenándose y muriendo.
La belleza siempre ha sido un asunto serio, ¿verdad?
Absolutamente. La belleza es un negocio serio. Y siempre ha habido un lado oscuro en la búsqueda de la belleza. Pero también hay un lado luminoso. La belleza es una de las cosas más extraordinarias que tenemos. Es un regalo.
Pero eran los años 20, así que las faldas se estaban acortando y ella odiaba sus piernas. Buscó un cirujano de piernas y le dijo: “Tienes que hacer algo con mis pantorrillas”.
Todo salió mal muy pronto. El cirujano le cortó las piernas, le sacó la grasa y las ató con vendajes demasiado apretados, como si fueran salchichas. Muy pronto, empezó a desarrollar gangrena, y el cirujano se acercó a su cama y le dijo: “Si no le amputamos ambas piernas a la altura de la rodilla, va a morir”. Tuvo una especie de boda en la cama del hospital.
El médico fue llevado a los tribunales y perdió su licencia, y durante unos tres años, la cirugía estética de todo tipo estuvo prohibida en Francia.
Este es un libro histórico, pero también muy personal. Empieza con una imagen tuya de niña disfrutando de la transformación que supone vestirse, y escribes sobre cómo, en tu propia vida, la moda y la belleza han sido un placer, así como una fuente de dolor.
No quería que este libro fuera un ejercicio de denuncia. Me encanta el color, la ropa, las joyas y arreglarme para las ocasiones especiales. Creo que es lo más divertido del mundo.
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