Una vista sobre los pueblos costeros de Guam – Dorothy CC 2.0.
Desde hace más de una década, las grandes farmacéuticas han estado invirtiendo miles de millones en ensayos de medicamentos para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer sin progresos.
Pero, ¿qué pasaría si hubiera un compuesto neuroprotector con mejores resultados en etapas tempranas que cualquier producto farmacéutico desarrollado que estuviera justo en nuestros platos?
Eso es lo que el Dr. Paul Cox podría haber descubierto después de resolver el misterio de la enfermedad neurodegenerativa en Guam, donde en la década de 1990, las tasas de ELA y síntomas similares al Alzheimer eran un 120% más altas que en el resto del mundo.
El Dr. Cox eventualmente descubriría que las cianobacterias, los mismos organismos que producen algas verdes, producen una toxina natural llamada BMAA que se filtraba en los árboles de la isla. Los árboles luego producían semillas ricas en la toxina, semillas que eran comidas por murciélagos zorros voladores, que a su vez eran cazados por los lugareños por proteína.
El BMAA estaba envenenando a los lugareños y causando, como lo expresó el Dr. Cox, muertes por enfermedades neurodegenerativas en “cada familia” con la que hablaba. En 2003, Cox lo contó al mundo.
“Cuando nos dimos cuenta de que las cianobacterias podrían ser las culpables, fue como mirar al abismo porque nos dimos cuenta de que podrías estar expuesto en cualquier lugar”, dijo el Dr. Cox a CNN en un mini-documental, quien en ningún sentido dijo que las cianobacterias eran la causa del Alzheimer, sino que era un “factor de riesgo”.
Buscando entender y cuantificar la toxicología de BMAA, el Dr. Cox realizó un ensayo a través de su organización sin fines de lucro, los Laboratorios de Química Cerebral en el Instituto de Etnomedicina, Jackson. Lo que descubrió fue que cuando se les daba a los monos el BMAA tóxico más un aminoácido llamado L-serina, el efecto neurotóxico se reducía en un 85%.
La L-serina no es nada mágico, es uno de los muchos aminoácidos no esenciales que consumimos en nuestra dieta. Los aminoácidos representan colectivamente lo que se etiqueta en los productos alimenticios como ‘proteína’.
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La L-serina se encuentra en huevos y carne, así como en edamame, tofu, algas marinas y batatas en cantidades menores.
Viendo los dramáticos efectos protectores que confería la L-serina a los monos, el Dr. Cox llevó los datos a la FDA y estableció ensayos clínicos para investigar este simple aminoácido como posible tratamiento para el Alzheimer.
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La última parte de esta interesante historia es que el Dr. Cox no estaba entrenado como neurólogo, sino más bien como ‘etnobotánico’ – estudia cómo las culturas humanas usan las plantas para medicina. En la isla de Okinawa, una ‘Zona Azul’ famosa por su longevidad, el Dr. Cox descubrió que los residentes de la aldea de Ogimi consumían en promedio alrededor de un 400% más de L-serina que el estadounidense promedio.
Esta evidencia observacional combinada con sus datos de laboratorio le ha dado al Dr. Cox una tremenda confianza de que su ensayo controlado con placebo que examina a pacientes con Alzheimer suplementando con L-serina producirá resultados, y que este simple componente dietético podría ser el primer tratamiento listo para usar para el Alzheimer.
VE un mini-documental sobre el tema de CNN…
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