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Una vez más, hay algo desagradable en el bosque, justo meses después de que un asesino perturbado, algunas hadas perturbadas y un intento perturbado de resucitar IP nos recordaran que debemos mantenernos alejados. En el nuevo y entretenido pero excesivamente derivado horror de Alexandre Aja, Nunca Dejes Ir, Halle Berry interpreta a una madre que intenta mantener a salvo a sus hijos gemelos en un paisaje apocalíptico, escondidos de lo que queda del mundo exterior. Hay reglas exhaustivas contadas de manera exhaustiva, la más importante de las cuales es nunca salir de su cabaña remota sin una cuerda atada, manteniendo en todo momento una conexión con la santidad del hogar. Si se encuentran desatados, entonces estarán a merced de un malévolo e inventivo mal que los consumirá.
Pero es un mal que solo ella puede ver, diciéndoles a los niños que solo lo verán cuando sean mayores, una advertencia que comienza a sembrar una semilla de sospecha en la mente de Nolan (Percy Daggs IV, un excelente recién llegado), el menos leal de los dos, que enfrenta la oposición del hermano Samuel (Anthony B Jenkins). A medida que la comida comienza a escasear (una cena de trozos de corteza frita es innegablemente un punto bajo) y las tensiones comienzan a aumentar, la dinámica familiar tensa se pone a prueba.
Es fácil distraerse mientras se ve Nunca Dejes Ir, el instinto de enumerar las muchas películas que recuerda se vuelve cada vez más difícil de reprimir. Hay fragmentos de Bird Box, 10 Cloverfield Lane, The Babadook, The Village, Goodnight Mommy, Retreat y A Quiet Place, entre muchos otros, y la película existe tanto en la reciente tendencia de thrillers de aislamiento de la era de la pandemia como en el subgénero de horrores que son alegóricos sin sutileza. Es una película sobre una madre que trata de evitar que sus hijos abandonen el hogar, protegiéndolos de los monstruos que existen afuera, al tiempo que tal vez los ponga en riesgo de ser heridos por aquellos que viven dentro también. Posiblemente se trate de varias cosas: la maldición de la enfermedad mental heredada, la asfixia de la crianza sobreprotectora, el miedo de liberar a hijos negros en un mundo brutal y racista, un guiso de ideas burbujeantes que nos lleva a creer que esto no es simplemente un rastreo perezoso.
Cuando la película existe en el espacio entre adivinar y saber, hay un atractivo real aquí. Una vez que la torpeza de la escena inicial ha terminado, hay una tensión genuina al tratar de averiguar de dónde proviene el peligro real y al ver a los niños obligados a pensar como adultos. Aja, cuyas películas de Hollywood han tendido a ser más fallidas (Espejos, Cuernos, Las colinas tienen ojos, La novena vida de Louis Drax) que exitosas (Crawl, Piraña), se inclina hacia una vileza eficientemente pesadillesca, mostrándonos desde el principio que los monstruos que afligen a Berry encuentran formas insidiosas de atormentarla. Ella ve una versión grotesca de su madre fallecida o una visión de sus hijos muertos o una serpiente gigante y al borde Berry es feroz y persuasiva como una madre que intenta equilibrar su miedo personal con su necesidad de mantenerse fuerte frente a sus hijos.
Una escena creciente que involucra al perro familiar ofrece un verdadero suspenso en el borde del asiento, pero también señala el momento en que la película comienza a desmoronarse. Es seguida por un gran shock que lamentablemente le quita fuerza al acto final, dejando un final desordenado de piezas de rompecabezas en cascada que no logran encajar. Lo que parecía intrigante se vuelve completamente confuso y uno comienza a lamentar la época dorada de Shyamalan cuando podía crear un final de género que fuera ganado y explicado lo suficiente como para convencernos.
Aja no logra encontrar una manera de equilibrar la seriedad cruda de la película: títulos de capítulos góticos redundantes, un mundo sombrío y sucio, escenas fundamentales de abuso, con los elementos más tontos y pegajosos de la película de criaturas. Nunca está completamente seguro de si quiere engañarnos con un susto repentino o hacernos reflexionar sobre temas más serios y, sin poder hacer ambas cosas eficientemente, la película se pierde en la oscuridad intermedia. Berry es, como siempre, un fuerte ancla pero para cuando terminan los créditos, estamos listos para dejar ir.
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