Recuerdo haber leído Alias Grace de Margaret Atwood hace muchos años y sentir casi como si me estuvieran golpeando la cabeza con su brillantez. Me encantó, lo admiré, quería contarles a todos mis amigos al respecto, pero tuve que tomarme unos días para recuperarme de una especie de golpe de calidad al principio.
Siento algo similar sobre Lady in the Lake. Esta es una adaptación de siete partes del superventas de 2019 del mismo nombre de Laura Lippman, una excepcional escritora de thrillers, que cuenta con Natalie Portman en su primer papel en la pantalla chica y marca la primera vez de la visionaria directora Alma Har’el como showrunner. También protagonizada por Moses Ingram, cuya impecable y fascinante actuación seguramente arrasará en la temporada de premios. Todo el esfuerzo es una oferta densa, inteligente, impecablemente escrita, actuada, filmada y musicalizada que está diseñada para ser consumida lentamente, episodio por episodio, no para ser vista de un tirón. Es posible que termines cada uno sintiéndote ligeramente golpeado y exhausto, quizás más impresionado que conmovido, pero está bien. Date unos días para asimilarlo y llegará el amor.
Esta es la historia de dos mujeres de Baltimore en la década de 1960: la adinerada ama de casa y madre judía Maddie Schwartz (Portman) y Cleo (Ingram), una madre casi soltera y negra que trabaja en tres empleos para intentar sacar a ella y a sus hijos de la vida de lucha que de lo contrario les espera, lejos de las tentaciones y peligros que ofrece la parte oscura de la ciudad.
Sus vidas comienzan a converger cuando una niña, Tessie, desaparece en el desfile del Día de Acción de Gracias. La indiferencia del esposo de Maddie, Milton (Brett Gelman), desencadena una furia en su esposa, frustrada desde hace mucho tiempo, que acaba encontrando el cuerpo de Tessie ella misma y dejando a Milton y a su hijo, Seth (Noah Jupe), para empezar de nuevo. El único lugar que puede permitirse por su cuenta está en un área negra y ni siquiera eso requiere fingir un robo de sus joyas aseguradas cuando se atrasa en el alquiler. A medida que avanza la investigación sobre el asesinato de Tessie, las ambiciones periodísticas latentes de Maddie se despiertan y comienza a abrirse camino en el favor del Baltimore Sun.
El papel de Cleo se ha expandido mucho desde el libro y ahora forma al menos la mitad del tiempo en pantalla y de la historia. Ella tiene un pie en la comunidad criminal de Baltimore (como contadora de Shell Gordon, que dirige la operación de juego ilegal de la ciudad, y como camarera en uno de sus clubes) y el otro en el mundo legal, trabajando como modelo en una tienda por departamentos y como voluntaria para Myrtle Summer (Angela Robinson), la primera senadora negra del estado. Cleo espera obtener un puesto remunerado con ella, pero Summer le dice que los donantes blancos han amenazado con retirar su apoyo si emplea a alguien relacionado con Gordon. Las opciones de Cleo se reducen y su enojo y desesperación aumentan.
Lady in the Lake dedica los dos primeros episodios principalmente a la construcción del mundo y de los personajes. Es meticuloso y valioso, pero también es un ligero alivio cuando la acción comienza en el tercer episodio y la historia propiamente dicha comienza, especialmente porque Portman (a quien generalmente encuentro una propuesta bastante poco interesante como actriz) comienza a brillar y a estar a la altura de la extraordinaria Ingram. Maddie se introduce en la vida del asesino y de su madre y utiliza la relación y la información obtenida para establecer su credibilidad como reportera. Cuando, ¡alerta de spoiler!, se descubre el cuerpo de Cleo en la fuente de un parque local, Maddie repite el truco y lo convierte en el comienzo de una exitosa carrera.
Lady in the Lake se convierte en muchas cosas más allá de un intrincado misterio de asesinato. Es una instantánea de Baltimore en la era de los derechos civiles, un retrato de prejuicios raciales, opresión sexual y la intersección de ambos, y, a través de la crueldad de Maddie y su frecuente ceguera ante las vidas y experiencias de sus vecinos, un examen de cómo la opresión no necesariamente te inocula contra convertirte en el opresor. El drama pregunta cómo podría ser una verdadera liberación para todos, y si alguna vez puede lograrse para uno sin costarle a otro.
Lady in the Lake es también una experiencia estética increíblemente suntuosa y valiente, que combina no solo la meticulosa recreación de los años 60, sino también la infancia de Cleo en los años 40 y las experiencias formativas de Maddie una década más tarde. Utiliza secuencias de sueños, interludios musicales, flashbacks y diversos dispositivos que en manos menos hábiles pueden ser, y frecuentemente lo son, meros irritantes para desarrollar más plenamente a sus personajes y preguntas.
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En conjunto, es magistral. Y si no tienes espacio para amarlo mientras te inclinas ante su competencia técnica y dramática, está bien. Como digo, date tiempo para asimilarlo. No estamos acostumbrados a un contenido tan rico. El amor llegará.