Mel, a woman interviewed by the BBC, expressed her belief that the new law will positively impact her life. This law in Belgium grants sex workers official employment contracts, health insurance, pensions, maternity leave, and sick days. Sophie, a sex worker and mother of five, shared her struggles of having to work while pregnant and immediately returning to work after a Caesarean birth due to financial constraints. The law has been praised as a significant step towards recognizing the rights and dignity of sex workers globally. Critics, however, argue that the law may not address issues of trafficking and exploitation associated with the industry. Victoria, a former escort and president of the Belgian Union of Sex Workers, played a key role in advocating for the changes in the law. She believes that the new regulations will enhance the safety and well-being of sex workers by providing legal protection and support. The law also allows pimps to operate legally under strict guidelines, with restrictions on employing individuals with criminal records. La BBC nos muestra habitaciones meticulosamente amuebladas con camas de masaje, toallas y batas frescas, bañeras de hidromasaje y una piscina.
Kris y su esposa emplean a 15 trabajadoras sexuales, y se enorgullecen de tratarlas con respeto, protegerlas y pagarles buenos salarios.
“Espero que los malos empleadores sean excluidos y que las personas buenas, que quieren ejercer esta profesión de manera honesta, se queden, – y cuantas más, mejor”, dice.
Erin Kilbride de Human Rights Watch piensa de manera similar – y dice que, al poner restricciones a los empleadores, la nueva ley eliminará significativamente “el poder que tienen sobre las trabajadoras sexuales”.
Mel cree que sacar el trabajo sexual de las sombras solo puede ayudar a las mujeres
Pero Julia Crumière dice que la mayoría de las mujeres a las que ayuda solo quieren ayuda para dejar la profesión y conseguir un “trabajo normal” – no derechos laborales.
“Se trata de no estar afuera en el clima helado y tener sexo con desconocidos que pagan para acceder a tu cuerpo.”
Según la nueva ley de Bélgica, cada habitación donde se presten servicios sexuales debe estar equipada con un botón de alarma que conectará a una trabajadora sexual con su “persona de referencia”.
Pero Julia cree que no hay manera de hacer segura el trabajo sexual.
“¿En qué otro trabajo necesitarías un botón de pánico? No es la profesión más antigua del mundo, es la explotación más antigua del mundo.”
Cómo regular la industria del sexo sigue siendo un tema divisivo a nivel mundial. Pero para Mel, sacarla de las sombras solo puede ayudar a las mujeres.
“Estoy muy orgullosa de que Bélgica esté tan avanzada”, dice. “Ahora tengo un futuro.”
Algunos nombres se han cambiado para proteger la seguridad de las personas.