Esta semana marca tres años desde el inicio del devastador incendio forestal de Sierra Bermeja, el peor incendio registrado en España en 2021, que destruyó la vida silvestre local y obligó a casi 3.000 residentes a huir de sus hogares, incluidos en la Costa del Sol.
El infierno ardiente se extendió incontrolablemente durante una semana, quemando una de las áreas naturales más hermosas de Málaga antes de ser finalmente domado por valientes bomberos.
El trabajo para extinguir las llamas duró 46 días continuos, cobrándose trágicamente la vida de Carlos Martínez Haro en el proceso.
Una estatua ahora se erige cerca de la cima de Los Reales en Estepona, cerca de donde el valiente bombero de 44 años falleció trágicamente mientras luchaba contra el incendio.
A pesar del incansable y valiente trabajo de Carlos y sus colegas, incluidos casi 6.000 efectivos y 200 recursos aéreos, las llamas se propagaron rápidamente, avivadas por el viento y la tierra seca después de que fueran iniciadas deliberadamente.
En total, el incendio arrasó 8.401 hectáreas de terreno en siete municipios de Málaga: Estepona, Casares, Jubrique, Juzcar, Genalguacil, Faraján y Benahavís.
En el proceso, se destruyeron acres de valioso bosque de pinsapo, mientras que 2.670 residentes se vieron obligados a huir de sus hogares a medida que las llamas se propagaban.
El daño causado en la zona es tal que los expertos creen que se necesitarán al menos 20 años de crecimiento y recuperación para que Sierra Bermeja vuelva a ser lo que era antes.
El año pasado, la Junta anunció un presupuesto de €2.4 millones para la segunda fase del Plan de Restauración Forestal de Sierra Bermeja, destinado a plantar más de 10.000 pinsapos para rejuvenecer la zona.
La fase inicial, que contó con una inversión pública de €4.6 millones, priorizó obras viales, tratamientos forestales y acciones para proteger contra la erosión del agua.
Algunos manifestantes han pedido que Sierra Bermeja se convierta en un parque nacional y, por lo tanto, asuma una mayor protección por parte de las autoridades locales, sin embargo, parece que esa solicitud ha caído en oídos sordos.
También persisten los temores de que un incendio devastador de igual o mayor magnitud podría volver a ocurrir, amenazando nuevamente la vida silvestre y los hogares de las personas.
Con el cambio climático, los veranos en el sur de España se están volviendo cada vez más calurosos, la tierra se está volviendo más seca y, como se vio con la sequía de este año, el agua más escasa.
Estos elementos podrían potencialmente crear un cóctel tóxico, avivando incendios forestales que podrían arrasar las tierras naturales de Andalucía, destruyendo una ecología preciosa y cobrándose vidas humanas.