El jueves pasado, Rusia y Occidente acordaron liberar a 24 prisioneros en el mayor intercambio desde la Guerra Fría.
Entre ellos se encontraba un periodista español de 42 años que ha trabajado para medios como La Sexta, Público y Gara, un periódico nacionalista vasco.
Sin embargo, en lugar de regresar a España, Pablo González fue recibido calurosamente en Moscú por el presidente Vladimir Putin, junto con otros siete, incluido un sicario del FSB que asesinó a un rebelde checheno en Alemania hace cinco años, al aterrizar de vuelta en la ‘madre patria’.
Para muchos, la llegada de González confirmó una larga sospecha: no es un periodista, sino un espía que trabaja en nombre del Kremlin.
Incluso Sir Richard Moore, jefe del MI6, calificó a González como un peón de Putin que estaba ‘haciéndose pasar por un periodista español’ como parte de los ‘esfuerzos desestabilizadores’ de Moscú.
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Y el video de Putin saludando a Pavel/Pablo… jamás he visto a Putin ir a recibir a un periodista a pie de avión… recibir a espías retornados sí.. ya lo hizo en 2010. pic.twitter.com/EJlWJgpLff
— Juanjo Prego (@EsteparioTotal) August 1, 2024
González, cuyo verdadero nombre es Pavel Rubstov, fue detenido el 28 de febrero de 2022 por las autoridades polacas mientras informaba sobre la crisis de refugiados en la frontera con Ucrania, provocada por la invasión ilegal de Putin.
Fue detenido en una prisión apodada ‘Guantánamo de Polonia’, acusado de espionaje antes de su liberación la semana pasada.
El abuelo de González se mudó de España a la antigua Unión Soviética cuando era niño durante la Guerra Civil Española; él mismo nació en Moscú en 1982 antes de regresar a España con su madre a los 9 años.
Se convirtió en ciudadano español, recibiendo el nombre español de Pablo González Yague, lo que le permitió tener dos pasaportes, uno ruso y uno español.
Cuando creció, González se dedicó al periodismo, trabajando para una variedad de publicaciones en toda España.
El periodista independiente había estado basado en Polonia desde 2019, donde enviaba artículos para agencias como la agencia de noticias española EFE y se convirtió en el rostro de la crisis al proporcionar informes televisivos desde la región.
Sin embargo, despertó sospechas entre sus colegas al parecer siempre estar equipado con la última computadora portátil o teléfono, y no tener miedo de gastar dinero en bares locales.
Las autoridades polacas se han mantenido en silencio sobre las pruebas que llevaron a su arresto, aunque su cálido recibimiento en Moscú parece confirmar las sospechas de que trabajaba como agente en nombre del régimen de Putin.
Los servicios de seguridad polacos lo acusaron de ‘participar en actividades de inteligencia extranjera contra Polonia’ y de ser un agente de la GRU, la infame rama de inteligencia militar rusa conocida por ataques como envenenamientos con Novichok en Salisbury, Inglaterra.
Agentstvo, un medio ruso independiente, informó que en 2016 González se hizo amigo y espió a Zhanna Nemtsova, hija del líder de la oposición rusa asesinado Boris Nemtsov.
Otros han especulado que González fue enviado a trabajar para periódicos nacionalistas vascos en un intento de Moscú por reavivar el movimiento separatista de la región y desestabilizar la estabilidad del gobierno español.
González aún conserva la ciudadanía española; su esposa, que ha abogado por su libertad mientras estaba tras las rejas, ha expresado abiertamente su esperanza de que pueda regresar a España.