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La playa de Puerto Soller, en Mallorca, ha sido reconocida recientemente como una de las más felices del planeta, ocupando el tercer lugar en una lista mundial elaborada por CV Villas. El estudio, basado en el análisis de miles de fotos de Instagram utilizando tecnología de reconocimiento facial, ha resaltado la belleza y la atmósfera única de esta costa mallorquina. Con una puntuación casi perfecta en ‘felicidad playera’, es uno de los destinos más deseados para aquellos que buscan disfrutar de la tranquilidad y la magia de sus paisajes.
Puerto Soller, un enclave natural rodeado de paisajes montañosos y aguas cristalinas, ofrece un contraste único entre la serenidad del mar y la vitalidad de su pintoresco puerto. La playa es el lugar perfecto para aquellos que desean disfrutar de un día de sol y mar, con la opción de pasear por su encantador paseo marítimo, lleno de restaurantes y tiendas que dan vida a la zona.
Sin embargo, la fama internacional de la playa no llega sin desafíos. La popularidad del destino ha traído consigo problemas de hacinamiento y tráfico, por lo que el municipio ha decidido implementar medidas como la creación de un área de estacionamiento exclusiva para residentes, con el fin de preservar el encanto del lugar y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Este tipo de iniciativas buscan mantener el equilibrio entre el turismo y la sostenibilidad, asegurando que aquellos que visitan la isla puedan seguir disfrutando de su belleza sin comprometer su tranquilidad. Así, mientras Mallorca continúa ganando reconocimiento mundial por su naturaleza excepcional y sus playas, Soller se destaca como una de las más felices, demostrando que la isla sigue siendo un refugio de paz y belleza, donde tanto los locales como los turistas encuentran su lugar ideal para desconectar.
Dos faros se encuentran en los cabos a ambos lados de la bahía, La Badia de Sóller. El desarrollo en el cabo este ha sido impedido debido a que la zona se utiliza como campo de entrenamiento por el Ejército Español. La arena de la playa fue reemplazada para el verano de 2009 porque, aunque estaba limpia, se había vuelto bastante fangosa e inhóspita.
La bahía y la desembocadura del río que termina aquí atraen garcetas blancas, patos criollos, enormes bandadas de gaviotas patiamarillas, ocas comunes y patos cuchara. La diversidad de razas en la población de patos y ocas sugiere que la mayoría de las aves originales habían escapado de la cautividad.
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