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En Francia, la baguette es más que pan, es un ícono cultural. Ver a alguien caminando por la calle aferrándose a un manojo de diez de ellas mientras muerde el extremo de una es más un símbolo de Francia que el hombre de camisa a rayas con cebollas alrededor de su cuello.
Pero el 1 de mayo, podrían no tener más opción que cerrar y dejar a los franceses sin pan. Este Día de los Trabajadores, una peculiaridad legal amenaza esta tradición tan apreciada.
La ley francesa dicta el 1 de mayo como un día festivo para todos los trabajadores, incluidos los panaderos, a menos que su trabajo se considere esencial, como los cirujanos o los trabajadores del transporte público. Los panaderos no califican, según lo aclaró una sentencia de la Corte de Casación de 2006, revocando una exención de 1986. Sin embargo, muchas panaderías históricamente abrían el 1 de mayo, pagando a los empleados el doble. ‘Todos estaban contentos’, dice Dominique Anract, presidente de la Confederación Nacional de Panaderos.
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Los panaderos de baguettes podrían verse obligados a cerrar por un día
Este año, sin embargo, el tema cobró relevancia después de que cinco panaderías de Vendée enfrentaran multas en 2024 por abrir. Los inspectores laborales citaron la ley, imponiendo multas de €750 por empleado (€1,500 para menores). La vaguedad de la ley alimenta la ira: ¿qué pasa con las panaderías que abastecen hospitales o sirven como única fuente de pan de un pueblo? Anract argumenta que tales casos podrían justificar excepciones.
La ministra de Trabajo, Catherine Vautrin, aclaró que aunque los panaderos, como empresarios, pueden trabajar, sus empleados no pueden. Aun así, ella apoya enmendar la ley para permitir el trabajo voluntario el 1 de mayo, reconociendo la importancia cultural del pan. ‘¡No puedo imaginar cerrar 34,000 panaderías en la tierra del pan!’ exclama Anract.
A medida que se acerca el 1 de mayo, los franceses esperan claridad. ¿Tomará acción el parlamento para preservar su baguette diaria, o cederá la tradición a las leyes laborales? Por ahora, la perspectiva de un día sin baguette parece impensable en Francia.