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Con voces anti-turismo activas, es especialmente bienvenido ver pequeños gestos espontáneos de amabilidad por parte de los mallorquines.
El primer día de mi visita actual, me encontraba en el mostrador de pescado del supermercado Mercadona mientras la única cliente presente estaba siendo atendida, sin darme cuenta de que debía coger un número.
Una señora local cogió un número y, al ver que yo iba a hacer una compra, me entregó su número y cogió otro para ella. Y, al acercarme a una caja del supermercado con solo uno o dos artículos, los lugareños con carros llenos frecuentemente me invitan a pasar delante de ellos. Todavía me siento bienvenido.
PETER ANNEREAU
Bunyola
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