¿Por qué se llama a la gente de Madrid “gatos” en España?

Uno de cada dos habitantes de Madrid no nació allí, según estadísticas de 2020. 

Esto tiene sentido para una metrópoli del siglo XXI, pero cuando miramos atrás en la década de 1930, la tasa de habitantes en la capital española que habían nacido allí era aún más baja: solo el 37 por ciento.

Madrid ha sido desde hace tiempo una ciudad a la que la gente del campo se ha mudado en busca de trabajo, consolidando su reputación como una ciudad abierta y acogedora, que perdura hasta nuestros días. 

Pero ser un verdadero madrileño (el gentilicio de una persona de Madrid) también es motivo de orgullo, y aquellos que quieren presumir pueden decir ‘yo soy de Madrid, soy gato’.

Publicidad

Técnicamente hablando, para que un madrileño afirme con orgullo que es un gato, sus padres y sus cuatro abuelos deben haber nacido todos en Madrid, además de ellos mismos, por supuesto. 

Ciertamente es un apodo peculiar para adoptar, y es posible que te preguntes qué tiene que ver ser un gato con haber nacido en Madriz, como los locales son conocidos por pronunciar Madrid.

Bueno, hay varios mitos y teorías, incluyendo que el nombre proviene de la reputación de los madrileños por estar fuera hasta altas horas de la noche.

Pero la teoría más popular es la siguiente. En el año 852, durante el dominio musulmán de España, Muhammad I, hijo del cuarto emir de Córdoba Abderramán II, llegó al centro de España y construyó una fortificación compuesta por una gran muralla que rodeaba el valle del Manzanares y la Sierra de Guadarrama. 

LEAR  Premios Mundiales de Golf 2024 « Euro Weekly News

Llamó al asentamiento Mayrit, hoy en día Madrid.

Años más tarde, en 1083, el rey cristiano Alfonso VI estaba decidido a conquistar esta ciudad árabe.

La leyenda cuenta que un valiente soldado logró escalar las murallas de la ciudad de 12 metros para informar a las tropas de que podían comenzar el asedio. 

Ruinas de la muralla musulmana de Madrid, construida en el siglo IX. Foto: Esetena/Wikimedia

Impresionado por su destreza, el rey comentó ‘es como un gato’. El apodo se quedó y poco después el soldado decidió cambiar su apellido a Gato para que su hazaña fuera inmortalizada.

Sus descendientes heredaron el apellido felino y con el paso de los años llegó a asociarse con algunas de las familias más ilustres y poderosas de la ciudad.

¿Hecho o leyenda? 

Nadie puede saberlo con certeza, pero lo que es seguro es que hasta el día de hoy referirse a uno mismo como gato en la capital española es una forma de presumir de que tú y tu familia son madrileños de pura cepa.