Nuevas estadísticas sobre autismo han sido publicadas, ¡y son impactantes!

El trastorno del espectro autista (TEA) ha aumentado en los niños en los últimos años, incluso entre aquellos que tienen solo 4 años. Según datos de la Red de Monitoreo de Autismo y Discapacidades del Desarrollo (ADDM), la prevalencia general de TEA en 2020 fue de 21.5 por cada 1,000 niños de 4.1 Esto marca un aumento del 26% desde 2018, cuando la prevalencia era de 17 por cada 1,000.

Los números no son uniformes en todas las regiones, con California reportando la tasa más alta de 46.4 por cada 1,000, mientras que Utah vio la más baja de 12.7 por cada 1,000. También existen disparidades de género y raciales marcadas en los diagnósticos de TEA.

Los niños son diagnosticados con autismo con más frecuencia que las niñas, con una prevalencia de 32.3 por cada 1,000 en comparación con 10.4 por cada 1,000 para las niñas, cuyos síntomas de TEA a menudo difieren de sus contrapartes masculinas. En general, sin embargo, en 2020, 1 de cada 30, o 3.49%, de los niños de 3 a 17 años fueron diagnosticados con autismo2, eso es alrededor de 33 por cada 1,000 individuos.

Cambios Demográficos: Tasas de Autismo Más Altas en Ciertos Grupos

Los datos recientes revelan un cambio significativo en la prevalencia del autismo entre diferentes grupos raciales y étnicos. Por primera vez, la Red ADDM informó que los niños blancos de 8 años tienen una menor prevalencia de autismo en comparación con sus pares negros, hispanos y asiáticos o de las islas del Pacífico.3

Específicamente, la prevalencia fue de 24.3 por cada 1,000 entre los niños blancos, mientras que fue de 29.3 entre los niños negros, 31.6 entre los niños hispanos y 33.4 entre los niños asiáticos o de las islas del Pacífico.

Otro aspecto convincente de las últimas estadísticas de autismo es la relación matizada entre el estatus socioeconómico (SES) y la prevalencia del autismo. A diferencia de años anteriores, donde un SES más alto estaba fuertemente asociado con un aumento en los diagnósticos de autismo, los datos de 2020 muestran una imagen más compleja.

En tres de los 11 sitios de la Red ADDM, Arizona, Nueva Jersey y Utah, los niños de hogares de bajos ingresos exhibieron una mayor prevalencia de autismo. Cuando se combinaron los datos de todos los sitios, hubo una tendencia notable de menor prevalencia de autismo en los distritos censales de SES más alto. Sin embargo, las diferencias entre los grupos de SES bajos, medios y altos fueron relativamente modestas, oscilando entre 23 a 27.2 por cada 1,000 niños.

Comprender cuándo se diagnostican los niños con autismo es importante para garantizar que reciban intervenciones oportunas. Los datos de la Red ADDM de 2020 proporcionan información valiosa sobre la edad en la que los niños reciben su primer diagnóstico de autismo. La edad mediana del primer diagnóstico de autismo conocido fue de 49 meses, con variaciones significativas entre los estados, desde tan temprano como 36 meses en California hasta tan tarde como 59 meses en Minnesota.4

Además, los niños diagnosticados con TEA que también tienen una discapacidad intelectual tienden a recibir sus diagnósticos antes, con una edad mediana de 43 meses en comparación con 53 meses para aquellos sin discapacidad intelectual.

La Carga Económica del Autismo

La investigación estima que cada individuo con autismo incurre en un costo social vitalicio de aproximadamente $3.6 millones.5 Cuando se considera toda la población de individuos diagnosticados con autismo de 1990 a 2019, los costos sociales totales en los EE. UU. han superado los asombrosos $7 billones. Esta cifra equivale a aproximadamente dos años de ingresos federales totales, resaltando el inmenso impacto económico del autismo.

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Un modelo diferente tiene en cuenta el aumento real de los diagnósticos de autismo con el tiempo, revelando otra cifra impactante.6 Examina diferentes grupos de edad, la inflación y las predicciones futuras de las tasas de autismo para prever los costos. Según este modelo, el costo anual del autismo en los EE. UU. fue de alrededor de $223 mil millones en 2020.

Se espera que este costo aumente a alrededor de $589 mil millones para 2030, alcance $1.36 billones para 2040 y podría llegar a entre $4.29 y $6.78 billones — estimados en $5.54 billones — para 2060.7

Mirando hacia el futuro, la presión financiera del autismo podría aumentar aún más dramáticamente. Si la prevalencia del autismo permanece constante en la próxima década, un estudio publicado en Research in Autism Spectrum Disorders encontró que los costos sociales vitalicios en los EE. UU. se proyectan aumentar a $11.5 billones para 2029.8

Sin embargo, si la tendencia actual de aumento de la prevalencia continúa, estos costos podrían dispararse a casi $15 billones dentro del mismo período. Esta proyección representa un desafío económico sin precedentes además de las ramificaciones para la salud pública.

Revelando los Fundamentos Biológicos del Autismo

Mecanismos biológicos intrincados contribuyen al autismo. Un estudio publicado en Psiquiatría y Neurociencias Clínicas, por ejemplo, exploró el papel del metabolismo de lípidos, centrándose específicamente en los ácidos grasos dihidroxilados derivados del ácido araquidónico (diHETrE) en sangre del cordón umbilical neonatal.9 diHETrE es un metabolito del ácido araquidónico (derivado del ácido linoleico (LA)).

El estudio encontró que niveles más altos de ciertos metabolitos diHETrE están significativamente asociados con una mayor gravedad de los síntomas de autismo y dificultades en el funcionamiento adaptativo social a los 6 años.

Estos hallazgos sugieren que los procesos metabólicos que implican ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) durante el período fetal juegan un papel en la trayectoria del desarrollo de niños con autismo. En resumen, los AGPI como el ácido linoleico son precursores de metabolitos proinflamatorios como diHETrE, que el estudio de Psiquiatría y Neurociencias Clínicas asocia con una mayor gravedad de los síntomas de autismo.10

El LA es abundante en dietas modernas, especialmente en alimentos procesados, de restaurantes y rápidos, lo que lleva a niveles de consumo más altos en comparación con las normas históricas. El metabolismo del LA a través de la vía del citocromo P450 (CYP) produce metabolitos diHETrE, lo que plantea preocupaciones sobre la disponibilidad y el consumo generalizados de LA en las dietas contemporáneas.

Reevaluar las fuentes de grasas en su dieta, optando por alternativas más saludables como grasas saturadas, es una elección importante para proteger la salud cerebral, incluido durante el embarazo. Reducir el consumo de ácido linoleico podría no solo ayudar a reducir los marcadores inflamatorios asociados con el autismo, sino también promover la salud y el desarrollo cerebral en general.

El Microbioma Intestinal de tu Bebé y el Riesgo de Autismo

La base del desarrollo neurológico de tu hijo podría, de hecho, establecerse en el primer año de vida. Una investigación reciente que rastreó 16,440 niños suecos durante dos décadas descubrió una conexión significativa entre el microbioma intestinal de los bebés y el posterior desarrollo de autismo.11

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El estudio encontró que ciertas bacterias beneficiosas, como Akkermansia muciniphila y Coprococcus, eran notablemente menos abundantes en los bebés que luego recibieron un diagnóstico de autismo. Estas bacterias juegan un papel en mantener la integridad de la barrera intestinal y modular el sistema inmunológico, que son esenciales para un desarrollo cerebral saludable.

Los primeros años de un niño son un período clave para la salud intestinal, y las infecciones comunes de la infancia y los tratamientos con antibióticos podrían tener efectos duraderos en su microbioma y neurodesarrollo. El estudio reveló que las infecciones frecuentes, especialmente las infecciones de oído (otitis) y el uso repetido de antibióticos durante la infancia, estaban fuertemente asociadas con una mayor probabilidad de desarrollar autismo y otros trastornos del neurodesarrollo.12

Los antibióticos alteran el delicado equilibrio de bacterias intestinales, reduciendo microbios beneficiosos como Coprococcus y aumentando otros perjudiciales como Citrobacter. Este desequilibrio, o disbiosis, conduce a una disfunción inmunológica e inflamación, que están relacionadas con un desarrollo y función cerebral deteriorados.

Más allá del panorama microbiano, el estudio descubrió diferencias metabólicas significativas en los bebés que luego desarrollaron autismo. Concentraciones más altas de toxinas ambientales como el ácido perfluorodecanoico (PFDA) “productos químicos para siempre” en el suero del cordón umbilical estaban fuertemente vinculadas al riesgo de autismo. PFDA altera las respuestas inmunológicas y promueve la inflamación crónica, impactando aún más la salud cerebral.

Además, los perfiles metabolómicos en muestras de heces revelaron interrupciones en aminoácidos y vitaminas cruciales para la síntesis de neurotransmisores y la defensa antioxidante. Rara vez es solo un factor el que desencadena un trastorno del neurodesarrollo u otra enfermedad crónica. Por lo general, es una combinación de factores — como alimentos procesados cargados con LA, vacunas infantiles, uso excesivo de antibióticos y contaminantes ambientales — lo que causa disfunciones intestinales y otros desequilibrios en el cuerpo.

Comprendiendo los EMF y su Impacto en la Salud Cerebral

Los campos electromagnéticos (EMF) se han comparado con los cigarrillos de la era moderna, con la mayoría de las personas expuestas a ellos las 24 horas del día. Las principales fuentes de esta radiación omnipresente incluyen teléfonos celulares, torres de telefonía móvil, computadoras, medidores inteligentes y dispositivos Wi-Fi, entre otros.

La exposición a los EMF está vinculada a una disfunción mitocondrial significativa causada por daño de los radicales libres. La exposición crónica a los EMF conduce a afecciones cerebrales graves como la enfermedad de Alzheimer, ansiedad, depresión y autismo.13

Un estudio publicado en Fisiopatología indica que el autismo puede estar conectado a alteraciones biológicas similares a las causadas por las exposiciones a EMF y radiofrecuencias.14 Además, el Dr. Martin Pall descubrió un mecanismo de daño novedoso causado por microondas emitidas por teléfonos celulares y otras tecnologías inalámbricas. Este daño ocurre a través de los canales de calcio dependientes de voltaje (VGCC) ubicados en las membranas de tus células.15

Los VGCC están altamente concentrados en el cerebro, y estudios en animales han demostrado que incluso niveles bajos de EMF de microondas producen efectos significativos y diversos en la función cerebral. Cuando los EMF activan estos VGCC, resulta en una variedad de problemas neuropsiquiátricos.

Hasta la fecha, al menos 26 estudios han asociado los EMF con efectos neuropsiquiátricos, y se han establecido cinco criterios específicos para confirmar una relación causal, lo que indica que los EMF realmente pueden causar estos efectos adversos.16

En otro estudio, publicado en Ciencias del Cerebro, Pall destaca cómo los VGCC en las células de tu cuerpo conducen a niveles excesivos de calcio intracelular.17 Esta sobrecarga de calcio interrumpe los procesos involucrados en el desarrollo cerebral, especialmente durante el período perinatal cuando la sinaptogénesis — la formación de sinapsis — está en su apogeo.

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La sinaptogénesis es esencial para establecer las intrincadas redes que subyacen a las interacciones sociales, la comunicación y el comportamiento. Cuando los EMF interfieren con este proceso al sobreactivar los VGCC, conduce a las disfunciones sinápticas observadas en los trastornos del espectro autista.

Evidencia Convincente — Cómo los EMF Contribuyen al Autismo

La evidencia que vincula la exposición a EMF con el autismo es extensa y convincente. Estudios genéticos han demostrado que las mutaciones que aumentan la actividad de VGCC están directamente asociadas con tasas más altas de autismo, subrayando la importancia de la regulación del calcio en la causación del autismo.18

Los estudios en animales refuerzan aún más esta conexión, donde la exposición prenatal a EMF en roedores condujo a comportamientos similares al autismo y cambios significativos en la estructura y función cerebral. Por ejemplo, las ratas expuestas a EMF exhibieron interacciones sociales deterioradas y estrés oxidativo elevado, reflejando los rasgos bioquímicos y conductuales vistos en pacientes humanos con autismo.19

Además, la investigación epidemiológica, aunque limitada, ha identificado correlaciones entre entornos con altos niveles de EMF — como áreas cercanas a estaciones de radar militar o donde las mujeres embarazadas tenían exposiciones elevadas a EMF — y un aumento en la prevalencia del autismo.20 Estos hallazgos sugieren colectivamente que los EMF no son solo un factor coincidente sino un impulsor de la epidemia de autismo.

Aunque es casi imposible evitar por completo la exposición a EMF, hay métodos prácticos para minimizarla. Dada la constante avalancha de EMF en la vida diaria, educarse sobre sus impactos negativos es imperativo para tu salud. Esto es especialmente importante si estás manejando una enfermedad grave o un trastorno del neurodesarrollo como el autismo. Tomar medidas para reducir tu exposición a EMF beneficiará significativamente tu bienestar.

Una estrategia efectiva es conectar tu computadora de escritorio a internet mediante una conexión cableada y activar el modo avión en tu computadora de escritorio y teléfono celular. Además, evita los periféricos inalámbricos como teclados, trackballs, ratones, sistemas de juegos, impresoras y teléfonos fijos. En su lugar, opta por sus contrapartes con cable.

Si necesitas usar Wi-Fi, recuerda apagarlo cuando no esté en uso, especialmente por la noche mientras duermes. Apagar la electricidad en tu habitación durante la noche también ayuda a disminuir tu exposición general a EMF.

Tomando Acción para un Futuro más Saludable

El aumento de la prevalencia del autismo, junto con las significativas cargas económicas y emocionales que impone, subraya la urgencia de abordar las causas fundamentales de esta condición. Priorizar la salud intestinal a través de una dieta equilibrada rica en bacterias beneficiosas y minimizar la exposición a sustancias dañinas como los EMF y el ácido linoleico en exceso, son los primeros pasos necesarios.

Además, comprender el profundo impacto de los factores ambientales y las predisposiciones genéticas te capacita para crear un entorno más seguro y solidario. Cambios simples, como optar por conexiones cableadas en lugar de dispositivos inalámbricos y elegir fuentes de grasa más saludables, pueden reducir significativamente el riesgo de desarrollar trastornos del neurodesarrollo.

Además, abogar por entornos más limpios y apoyar políticas que limiten las exposiciones dañinas contribuyen a cambios sociales más amplios que benef

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