Nubes radioactivas se forman regularmente sobre España debido a algo que Francia hizo hace 60 años, según estudios.

EPISODIOS de calima o la llamada ‘lluvia de sangre’ que consiste en polvo del Sahara que ocurre sobre España contienen partículas radioactivas según investigadores franceses.

Es un legado de las pruebas nucleares realizadas en el Sáhara durante los años 1960.

Según la investigación científica, las partículas incluyen elementos como cesio, berilio y plutonio, que se depositan en el suelo después de viajar desde el norte de África.

PROPIEDADES ‘POLVOREADAS’ POR LA CALIMA

Estos elementos están presentes en la intensa bruma que, por ejemplo, golpeó a las Islas Canarias esta semana.

Un estudio publicado en la revista Earth System Science Data confirmó la presencia de elementos radiactivos en el polvo del Sahara.

Un estudio español también detectó isótopos en calimas vinculadas a la explosión de Chernobyl a mediados de los años 80.

Los isótopos radiactivos están vinculados a pruebas nucleares realizadas por Francia hace más de 60 años, así como rastros de explosiones llevadas a cabo por Estados Unidos y la Unión Soviética.

Las partículas radioactivas podrían afectar tanto al equilibrio natural del ecosistema como a la salud de las personas.

Aunque los niveles detectados no representan un riesgo inmediato, los expertos enfatizan que la acumulación a largo plazo podría tener consecuencias.

Además, las partículas finas, que son más ligeras y pueden viajar mayores distancias, tienen el potencial de interactuar con la atmósfera y perturbar procesos como la formación de nubes y la eficiencia de las energías renovables.

El estudio también señala que las partículas más pesadas tienden a asentarse cerca de su lugar de origen, mientras que las más pequeñas son transportadas a largas distancias por corrientes de aire.

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Este fenómeno explica cómo estos elementos llegan a áreas de Europa, incluida España, durante episodios de bruma, que son cada vez más frecuentes debido al cambio climático.

Las partículas radioactivas podrían tener un impacto directo en sectores como la agricultura y la energía renovable.

Por ejemplo, su acumulación en los suelos podría alterar la calidad de los cultivos, mientras que los paneles solares podrían ver reducida su eficiencia debido a los depósitos de polvo.

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