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Daniela Otero es la presidenta interina del comité de ética de la Organización Mundial del Turismo de la ONU. Ha vivido casi toda su vida en Mallorca. Reflexionando sobre las protestas recientes, insiste en que no existe “turismofobia”. “Tampoco hay un rechazo generalizado hacia los turistas, como algunos intentan hacer creer, sino más bien una preocupación por una situación que es compartida por ciudades en Europa, Asia y América.”
Las protestas en Palma, argumenta, son una expresión de un problema que ha existido durante años pero que ahora está llamando más fuertemente a la puerta de los líderes políticos que nunca.
“Lo que no se puede hacer es ignorar lo que está sucediendo”, subraya, al mismo tiempo que critica la cobertura sensacionalista de los medios extranjeros. Esto reduce los mensajes a titulares del tipo que afirman que Mallorca y las Islas Baleares están hartas de turistas.
“Debemos alejarnos de estos estereotipos; no hacen ningún bien. Y las protestas en las calles no deben ser trivializadas diciendo que el problema está siendo politizado en Mallorca.”
En su opinión, las islas no tienen que copiar modelos para lidiar con la masificación turística que se están aplicando en otros lugares, incluso si estos pueden servir de inspiración. No está a favor de una disminución del turismo, pero aboga por una expansión de infraestructuras a través de una planificación consensuada basada en datos.
Los ciudadanos deben ser miembros clave de este consenso. Por lo tanto, los gobiernos deben hacer todo lo posible para involucrarlos en la toma de decisiones. “Debemos integrar a los residentes en los procesos de cambio que son tan importantes como estos.”