Ayudó a detener autopistas, líneas eléctricas y desarrollos de campos de golf.
A lo largo de cuatro décadas de lucha como ecologista en España, Juan Terroba enfrentó demasiadas noches sin dormir.
Al igual que los activistas en la batalla continua para ver demolido el vergonzoso hotel ilegal Algarrobico de 411 habitaciones en Almería, se le encomendó la tarea de defender su amada región de la Serranía de Ronda de los promotores inmobiliarios.
Completamente voluntario, Juan estaba acostumbrado al golpe en la puerta para firmar una demanda.
En total, él y su grupo local Silvema (aliado a Ecologistas en Acción) enfrentaron alrededor de 50 demandas por su trabajo para detener el bárbaro macroproyecto de Los Merinos golf que incluía 2000 viviendas.
Más tarde descrito por un juez como ‘tácticas mafiosas’, Juan y otros se enfrentaron a perder sus hogares en demandas ridículas que ascendían a decenas de millones y respaldadas vergonzosamente por el ayuntamiento.
Sin embargo, mientras algunos cedían, Juan siguió luchando, incluso cuando fue degradado de su trabajo diurno como policía verde y asignado a tareas de tráfico.
Siguió dedicando su tiempo libre a estudiar la legalidad de proyectos, como un plan de autopista que habría atravesado el valle virgen del Genal para llevar turistas a Ronda en 22 minutos.
Juan sabía lo que el dinero y el hormigón habían hecho en la costa cercana. Entendía cómo la gran mayoría de los proyectos solo estaban allí para hacer dinero para los especuladores.
A lo largo de los años, ayudó a rechazar enormes parques eólicos y solares, e incluso dedicó sus fines de semana a analizar proyectos de tratamiento de aguas residuales, mientras recibía tratamiento contra el cáncer. Y todo esto, desarrollando una granja de razas raras, donde construyó la famosa aldea de la Edad de Piedra La Algaba para que los niños de la escuela aprendieran sobre la historia profunda y fascinante de su región.
The Olive Press se lanzó para apoyar y promover la valentía de personas como Juan, un verdadero héroe del pueblo, un guerrero que siempre puso el bienestar de su área por encima de su propio beneficio personal.
Desafortunadamente, personas como Juan son demasiado raras y es un honor rendir homenaje a su corta vida que terminó este otoño.
Mientras las lluvias golpean y los relámpagos crepitan, es hora de recordar a los ecologistas dedicados y a los grupos verdes que proporcionan un contrapeso vital a la infame codicia de los promotores inmobiliarios que lamentablemente prosperan en cada rincón de este maravilloso país.