El modelo de turismo de masas de España está siendo cada vez más cuestionado por organizaciones ambientales, que citan graves consecuencias ambientales y sociales y exigen límites a la explotación turística.
La última en hacerlo es Ecologistas en Acción, que argumenta que el modelo de desarrollo actual es insostenible, explotando los ecosistemas, exacerbando la desigualdad y fomentando la dependencia de factores externos.
La ONG destaca la disparidad entre las sustanciales ganancias de las empresas turísticas y las a menudo precarias condiciones laborales de los empleados, que se enfrentan a salarios bajos, largas jornadas laborales y cargas de trabajo excesivas.
La búsqueda implacable de un mayor número de visitantes conduce a la mercantilización de los espacios públicos, la urbanización descontrolada y la proliferación de alojamientos a gran escala, afectando negativamente tanto a las áreas costeras como rurales. Esta presión sobre los recursos y las comunidades ha generado un amplio descontento entre los residentes que sufren las consecuencias de la inacción institucional.
Ecologistas en Acción aboga por medidas para proteger las áreas naturales y frenar el desplazamiento de las comunidades locales causado por el turismo de masas. Sus propuestas incluyen impuestos ecológicos, una moratoria en nuevos desarrollos turísticos, regulaciones más estrictas sobre alquileres turísticos y restricciones a la propiedad extranjera. Los expertos hacen eco de estas preocupaciones, instando a las administraciones a abordar la sobreexplotación del turismo.
El daño ambiental es significativo. Desde la Ley de Costas de 1988, la costa urbanizada de España se ha más que duplicado, pasando de 240,000 a 530,000 hectáreas, lo que resulta en una tasa de urbanización del 40.9% en provincias costeras que dependen en gran medida del turismo de masas. Actualmente, el 36.5% del frente de playa está urbanizado, y más de un tercio de los ecosistemas adyacentes han sido destruidos.
Además, el 44% de los cuerpos de agua subterránea están sobreexplotados y contaminados, una situación exacerbada por los 85 millones de turistas que visitaron España en 2023 (INE), aumentando significativamente el consumo de agua.
La huella de carbono del turismo global, que supera los 4,500 millones de toneladas métricas (8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero), es un importante contribuyente al cambio climático. La aviación, con 283 millones de pasajeros registrados en España en 2023, es un contribuyente significativo.
A pesar de esto, AENA planea expandir siete aeropuertos españoles, y los puertos españoles recibieron más de 12 millones de pasajeros de cruceros en 2023. Aunque se promocionan como sostenibles, los cruceros son cada vez más criticados por ser altamente contaminantes.
A pesar de los récords en número de turistas, ocupación hotelera y ingresos, la realidad para muchos residentes locales es muy diferente. Los bajos salarios, la pobreza, el desempleo y el aumento de los costos de vida son prevalentes. Los ingresos del sector de la hostelería apenas superan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), situando a España entre las regiones europeas con los salarios más bajos, mientras que el costo de vida y la vivienda han aumentado, dejando al 20.2% de la población en riesgo de pobreza o exclusión social.
La proliferación de alquileres vacacionales, impulsada por el modelo de turismo insostenible, ha transformado las áreas residenciales en puntos turísticos, perturbando a las comunidades locales y creando una crisis de vivienda.
La conversión de propiedades en alquileres a corto plazo ha reducido gravemente la disponibilidad de viviendas a largo plazo, afectando el derecho constitucional de los residentes a la vivienda.
En conclusión, Ecologistas en Acción enfatiza que el modelo actual de turismo es insostenible, degrada los ecosistemas y crea una distribución injusta de la riqueza, priorizando las ganancias económicas a corto plazo sobre el bienestar ambiental y social a largo plazo.