Masiva protesta por la ‘mala gestión’ del desastre de inundaciones en Valencia atrae a 130,000 personas.

DECENAS de miles de personas marcharon el sábado en la ciudad de Valencia para expresar su enojo por el manejo de las autoridades de las mortales inundaciones.

Fuentes gubernamentales cifraron la asistencia en la capital regional en 130,000 personas, con cuatro detenidos y 31 agentes de la Policía Nacional heridos.

Algunos manifestantes gritaron “¡Asesinos! ¡Asesinos!” y algunos llevaban pancartas denunciando al presidente regional de Valencia, Carlos Mazón, así como al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

La región fue la más afectada por las inundaciones del mes pasado, que causaron al menos 212 muertes en la zona y dejaron pueblos y ciudades inundadas de barro.

Los residentes están molestos por la falta de advertencia, algunos señalando que las alertas oficiales sobre las inundaciones llegaron a los teléfonos de las personas cuando los coches ya estaban siendo arrastrados por el agua.

También hay furia por lo que los críticos consideran una respuesta lenta de las autoridades tras las mortales inundaciones repentinas que afectaron a alrededor de 80 pueblos y ciudades en la provincia de Valencia.

La manifestación comenzó en la plaza frente al ayuntamiento antes de marchar hacia el edificio del parlamento valenciano.

Algunos manifestantes tuvieron duras palabras para Carlos Mazón.

“La gestión de Mazón ha sido escandalosa y debería dimitir”, dijo Julian García, de 75 años.

“En las horas previas, deberían haber advertido a la gente que estuviera alerta, que no llevaran a sus hijos al colegio, que no llevaran sus coches al trabajo”, agregó.

Pero mientras el gobierno regional fue demasiado lento para solicitar ayuda a Madrid, el gobierno central también compartió parte de la culpa, dijo García.

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Algunos de los manifestantes corearon lo que se ha convertido en un estribillo popular en las últimas semanas: “¡Solo el pueblo salva el pueblo!”

Ana de la Rosa, archivista de 30 años, culpó a la mala gestión y a las luchas políticas entre las autoridades regionales y nacionales.

“Se enredaron en una guerra política cuando no era el momento”, dijo.

De la Rosa argumentó que no era suficiente con que los funcionarios clave renunciaran: había un caso que sostenía que su mala gestión equivalía a homicidio imprudente, afirmó.