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El Hotel Formentor en la Bahía de Pollensa fue comprado por el fondo andorrano Emin Capital por 165 millones de euros. Con 123 habitaciones, el precio de adquisición resultó en 1.34 millones de euros por habitación. Y eso, por supuesto, antes de la inversión en la reurbanización.
Fue un precio elevado, pero en opinión de los agentes inmobiliarios Engel & Völkers, es indicativo de lo que los inversores están dispuestos a pagar para ingresar al mercado hotelero de lujo en Mallorca y las Islas Baleares.
Hans Lenz de Engel & Völkers, quien también es presidente de la asociación ABINI de agencias inmobiliarias que operan en el segmento de lujo del mercado de propiedades, señala que “todos quieren venir”, refiriéndose a las principales cadenas hoteleras internacionales y fondos de inversión que se centran en el sector hotelero.
Alberto Luengo, también de Engel & Völkers, afirma: “Estamos viendo un aumento notable en el interés entre las cadenas hoteleras de lujo más prestigiosas del mundo”. Un ejemplo es Four Seasons, que opera el Hotel Formentor. El Mandarin Oriental Punta Negra en Costa d’en Blanes es otro.
Lenz explica que estas empresas buscan grandes terrenos con vistas al mar lejos de los centros turísticos. El Hotel Formentor cumple con estos requisitos. Tiene 1,200 hectáreas de terreno y se encuentra a pocos kilómetros de Puerto Pollensa. Pero si están buscando construir, y la reurbanización del Formentor provocó toda clase de controversias, hay muy pocas opciones.
En su opinión, las regulaciones de urbanismo “afortunadamente” impiden mucha expansión. “No está permitido, gracias a Dios. Uno de los mayores atractivos de las Baleares es el patrimonio natural y paisajístico. Se debe hacer todo lo posible para proteger esto”.
Pero esto no disuade a los inversores. “Cuantas más dificultades encuentran estas grandes empresas, más quieren establecerse en las Baleares”. Y eso significa pagar un precio muy alto, como fue el caso del Formentor.
Lenz, por su parte, cree que el Gobierno Balear debería establecer un plan para la conversión de hoteles maduros, no en alojamientos residenciales, sino en hoteles de mayor calidad. Esto ayudaría a atraer un “turismo de mayor calidad” y reducir el turismo de borrachera, en la medida de lo posible.
Cuando el Partido Popular estuvo en el gobierno por última vez (2011 a 2015), su ley de turismo de 2012 estableció incentivos para mejoras de calidad. Se invirtieron 1.4 mil millones de euros. Lamenta que el gobierno de izquierda de Francina Armengol derogara esto. (De hecho, inicialmente aprobó una extensión, como se preveía en la ley, pero no aplicó una extensión adicional después de 2017).
Un nuevo plan de conversión, opina, representaría una oportunidad para las grandes empresas hoteleras internacionales que de otra manera podrían encontrar dificultades para establecerse en el mercado balear. Esto sería muy positivo para la economía y significaría que los empleos en el sector turístico requerirían mayores calificaciones, lo que a su vez significaría salarios más altos.
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