Los ricos compradores extranjeros de propiedades van al infierno

El Toro de Osborne, el único en Mallorca, situado entre Algaida y Montuïri, se ha convertido en un símbolo para abogar por diversas causas en los últimos años. Una vez una mera herramienta publicitaria, el toro ha sido cada vez más utilizado como plataforma para mensajes políticos y sociales, reflejando las crecientes preocupaciones de las comunidades locales.

En este caso, el toro ha sido utilizado para expresar oposición al hacinamiento en la isla y a la crisis de vivienda en Mallorca. El lunes, el toro fue encontrado con grafiti que decía: ‘Los ricos compradores extranjeros de propiedades vayan al infierno’. El mensaje sirve como una protesta directa contra los inversores extranjeros que se considera que contribuyen a los problemas de vivienda de la isla.

El lema ha generado una atención significativa, con algunos grupos sociales, como SOS Residents, aplaudiendo el mensaje. El grupo expresó su apoyo en las redes sociales, aplaudiendo el uso del toro como plataforma para su postura contra la gentrificación de la isla.

El grafiti ha sido bien recibido por muchos, con cientos de comentarios de apoyo y más de mil me gusta. Pero otros expresaron su frustración, con una persona comentando, “¿Y quién les está vendiendo esas casas?” y otro añadiendo, “¡Vendedores mallorquines codiciosos, ustedes también podrían ir al infierno!”

No es la primera vez que el Toro de Osborne ha sido objeto de tales mensajes; anteriormente ha mostrado los colores de la bandera LGTBI+, la bandera palestina, ha sido pintado completamente de negro e incluso adornado con los colores de la primavera. A pesar de los diversos mensajes, estos actos de grafiti han logrado captar la atención del público cada vez.

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Históricamente, los Toros de Osborne eran una vista común en las carreteras de toda España. En Mallorca, había dos de ellos, originalmente utilizados para publicitar Coñac Veterano, un producto de la compañía Osborne. Estos toros son enormes, con casi 14 metros de altura y cubiertos con alrededor de 50 kilogramos de pintura. Se convirtieron en una característica icónica de los paisajes españoles, representando tanto una herramienta de marketing como un símbolo cultural.

Hoy en día, solo quedan alrededor de 88 de estos toros dispersos por todo el país, pero el que se encuentra en una de las carreteras más transitadas de Mallorca sigue teniendo un valor publicitario significativo. Si bien su papel como símbolo de marketing permanece, su uso como plataforma para comentarios sociales también ha afianzado su lugar en los debates locales sobre turismo, vivienda e identidad cultural en la isla.