Entre más temprano en la vida una entrada entra en el sistema de un ser humano, más impacto profundo tiene. Por ejemplo, el abuso, la negligencia o el trauma temprano en la infancia a menudo marcan a los individuos para toda su vida (y en muchos casos a sus descendientes también).
De manera similar, es bien reconocido que la exposición a toxinas durante el embarazo (especialmente en los primeros dos meses de vida) puede crear problemas de por vida. Lamentablemente, este principio a menudo se descuida cuando es conveniente (por ejemplo, al impulsar la vacuna COVID-19 en madres embarazadas).
La Medicalización del Parto
Inicialmente, los médicos no tenían interés en el parto. Sin embargo, esto cambió en 1820 después de que un prestigioso médico de Harvard señalara que podría crear clientes de por vida debido a la gratitud de la madre hacia su médico por ayudarla en su momento más vulnerable.
A su vez, se utilizaron una variedad de artimañas para convertir lo que había sido un proceso natural en una intervención médica que requería una costosa gama de intervenciones médicas (a menudo dañinas).
Nota: A pesar de que esas intervenciones hacen que América sea, con mucho, el lugar más caro para dar a luz a un niño (además de Japón), el 0.56% de los bebés estadounidenses no sobreviven al parto (la tasa de mortalidad más alta entre las naciones prósperas) y EE. UU. ocupa el puesto 65 en su tasa de mortalidad materna. Esto indica que el enfoque de Estados Unidos en el parto puede estar equivocado.
Después de que en 1923 se propuso la idea de hacer radiografías a un feto durante todo el embarazo, la profesión médica la adoptó rápidamente. Pronto se acumularon evidencias de que esto era muy peligroso, pero no fue hasta 1975 que el campo obstétrico se alejó de ello, un cambio que en gran medida se produjo porque se encontró una forma alternativa de realizar esos exámenes de rutina.
Afortunadamente, en ese momento, muchos médicos, incluido uno de los principales reformadores de la época, Robert S. Mendelsohn, eran conscientes de las docenas de estudios que mostraban que la ecografía no era segura y reconocían que se estaba repitiendo el mismo error.
Nota: El feto en desarrollo es muy sensible a las entradas de energía externas (por ejemplo, estudios han relacionado la exposición prenatal a campos electromagnéticos con obesidad, deterioro neurológico y autismo).