Los conflictos internos de Israel regresan mientras continúan los enfrentamientos en Gaza y Líbano.

Hace dieciocho meses, tras el ataque de Hamas a Israel, los israelíes suspendieron sus conflictos internos para formar un frente militar unido contra una amenaza externa compartida. Ahora, esa apariencia de causa común ha sido descartada. Más allá de sus fronteras, Israel ha vuelto a luchar en cuatro frentes: en Gaza, Líbano, Cisjordania ocupada y Yemen. Y internamente, los ciudadanos de Israel han vuelto a las amargas disputas domésticas que una vez más plantean preguntas existenciales sobre el futuro de su país. El primer ministro Benjamin Netanyahu y sus partidarios consideran que las acciones son un esfuerzo legítimo para frenar a los burócratas no electos y a los funcionarios judiciales que han obstaculizado la voluntad de un gobierno electo. A sus críticos, las decisiones de Netanyahu constituyen, en el mejor de los casos, un gran conflicto de intereses para un primer ministro que actualmente está siendo juzgado por corrupción. Al peor, son un intento de golpe contra los poderes judiciales del gobierno. Netanyahu ha avivado aún más la ira interna al romper el alto el fuego con Hamas en Gaza; el regreso a la guerra pone en peligro no solo a los palestinos, sino también a hasta 60 rehenes israelíes aún retenidos en el territorio.

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