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Joan Santana es el jefe del servicio de gestión forestal del Gobierno Balear, que está estrechamente involucrado en la campaña anual de prevención de incendios en verano. La temporada de alto riesgo comienza el primero de mayo en Mallorca, quince días más tarde que el año pasado. Las razones, explica, son la primavera húmeda y las lluvias bien distribuidas. El año 2025 contrasta con 2023 y 2024 cuando hubo falta de lluvias y muchos árboles secos y muertos. Observa que la vegetación mediterránea está adaptada a la sequía, “pero no puede resistirlo todo, especialmente las sequías continuas causadas por el cambio climático”.
Santana señala cifras que indican un aumento significativo en la superficie forestal en los últimos 50 años aproximadamente. Para el conjunto de las Islas Baleares, fue del 26% entre 1971 y 2010, llegando a 220,000 hectáreas, de las cuales 185,000 eran bosque real y el resto matorral. Habrá una actualización del Inventario Forestal Nacional, y la cantidad de bosque será mayor.
“Solo en la Sierra de Tramuntana hubo un aumento del 78%. Tenemos más bosques y son más densos. El problema es que estamos dando la espalda al bosque, no estamos aprovechándolos como un recurso. Y si los bosques no se gestionan, se convierten en una bomba de tiempo. Las áreas forestales en las Islas Baleares están creciendo a un ritmo de 1,100 hectáreas cada año debido al abandono de las actividades primarias, lo que significa una pérdida de tres hectáreas de tierra agrícola cada día. Habremos pasado de 34 a 67 millones de árboles. Tenemos 2,260 árboles forestales más cada día, lo que se traduce en 127,500 metros cúbicos más de masa forestal cada año. Como digo, es una bomba de tiempo.”
El incendio de 2013 afectó partes de Andratx, Calviá y Estellencs.
Le preocupa que los incendios sean incontrolables. “Podría llegar un momento en que un gran incendio desafíe la capacidad de gestionarlo, sin importar cuántos medios uses, como se ha visto en Estados Unidos. La respuesta efectiva a estos grandes incendios necesita que las condiciones cambien radicalmente: más humedad, temperaturas más bajas e incendios que alcancen áreas con un combustible vegetal limitado. Pero tenemos densidades de 45 toneladas de biomasa acumulada por hectárea, cuando lo ideal sería de 15-20.”
Aunque ha habido grandes incendios en partes del Mediterráneo en los últimos dos o tres años, no los ha habido en las Islas Baleares. Santana atribuye esto a varios factores. “Hay una mayor conciencia pública sobre la prevención. Contamos con una operativa altamente profesional y bien entrenada. Es altamente especializada y con una capacidad de respuesta rápida. Pero también hemos tenido un poco de suerte.”
Aunque la supresión de incendios es la respuesta, la verdadera solución radica en la prevención. En este sentido, destaca que los propietarios están más conscientes de los riesgos. “Tener una casa en una zona forestal requiere despejar la vegetación en un radio de 30 metros alrededor de la propiedad. Tener pinos justo al lado de una casa es extremadamente imprudente, y los jardines deben tener plantas y estructuras que no propaguen el fuego. Un bosque no es un telón de fondo, sino un paisaje dinámico. Debemos superar una visión urbana del paisaje natural.
“Desde 2018, los propietarios han estado recibiendo subsidios para trabajos de prevención. Nuestro trabajo se beneficia del financiamiento del impuesto turístico: 3.3 millones de euros durante tres o cuatro años para una infraestructura de prevención. Esto implica la mejora y mantenimiento de vías públicas, nuevos tanques de agua y la creación de nuevas cortafuegos. Hay otros 3.6 millones de euros de ingresos fiscales para la gestión y consumo local de biomasa, que puede ser utilizada como combustible para calderas. Necesitamos identificar posibles grandes consumidores de biomasa, incluidos los del sector turístico, para que pueda ser utilizada.”