Lo que reveló el experimento de Alemania « Euro Weekly News

Uno de los protagonistas decidió formarse como profesor de yoga durante los tres años que recibió un ingreso básico.
Crédito: Josean Muñoz Salvatierra. Creative Commons

¿Y si recibieras una suma fija de dinero cada mes, sin condiciones, sin necesidad de trabajar? Puede sonar como una fantasía utópica, pero eso es exactamente lo que un audaz experimento en Alemania se propuso explorar.

La idea de un Ingreso Básico Universal (UBI) no es nueva. Los economistas lo han estado modelando desde hace décadas, y voces inesperadas, desde pensadores marxistas hasta el Papa Francisco e incluso Elon Musk, han mostrado apoyo por alguna forma de ello. En Alemania, los debates en torno al UBI han estado ocurriendo desde la década de 1970. Mientras tanto, España introdujo su propia versión, el Ingreso Mínimo Vital, en 2020 para ayudar a sacar a las personas de la pobreza, y los resultados iniciales son alentadores.

A diferencia de los beneficios tradicionales de bienestar o desempleo, el UBI es incondicional. Todos reciben la misma cantidad mensual, independientemente de su situación laboral o ingresos. Puedes seguir trabajando y ganando más si así lo deseas. Pero esto plantea una pregunta clave: si las personas no necesitan trabajar, ¿seguirán queriendo hacerlo?

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Para averiguarlo, Alemania lanzó uno de los ensayos en la vida real más extensos del mundo: el Proyecto Piloto de Ingreso Básico. Los resultados están disponibles, junto con una serie documental que sigue los viajes de los participantes: Der große Traum: Geld für alle (“El gran sueño: Dinero para todos”), dirigida por Alexander Kleider.

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Entonces, ¿qué hicieron? Más de 2 millones de personas solicitaron participar en el experimento, llevado a cabo por la organización sin ánimo de lucro Mein Grundeinkommen y las principales instituciones de investigación, incluido el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW Berlin). De esos solicitantes, se eligieron al azar a 122 personas para recibir €1,200 al mes, libre de impuestos, durante tres años, a partir de mediados de 2021. Un grupo de control de 1,580 personas respondió a las mismas preguntas de investigación pero no recibió pagos.

Para garantizar comparaciones justas, todos los participantes tenían entre 21 y 40 años, vivían solos y ganaban entre €1,100 y €2,600 mensuales antes de que comenzara el estudio.

El experimento fue inspirado por Michael Bohmeyer, un ex fundador de una startup que, después de alejarse del trabajo, siguió recibiendo un ingreso pasivo de €1,000 al mes. Él lo llamó su “ingreso básico personal” y cambió su vida. Bohmeyer comenzó a preguntarse: ¿qué pasaría si todos tuvieran este tipo de red de seguridad?

Y aquí está lo que encontraron: contrariamente a los temores, las personas no dejaron de trabajar. En promedio, los beneficiarios siguieron trabajando alrededor de 40 horas a la semana. Así que no, el UBI no los hizo perezosos.

Curiosamente, un porcentaje significativamente mayor de los beneficiarios del ingreso básico cambiaron de empleo en comparación con el grupo de control. Tener un colchón financiero parecía darles la libertad de hacer movimientos profesionales audaces. Otros volvieron a estudiar, algunos incluso mientras mantenían un trabajo.

Estos cambios de carrera ocurrieron principalmente en los primeros 18 meses. Después, los beneficiarios del ingreso básico informaron una mayor satisfacción con sus vidas laborales, independientemente de si habían cambiado de empleo o no.

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Pero la gran pregunta sigue siendo: ¿cómo pagaríamos esto?

Los partidarios argumentan que podría financiarse redistribuyendo la riqueza a través de impuestos. En Alemania, estiman que el 10% superior de los ingresos contribuiría lo suficiente como para permitir que el 83% de la población salga beneficiada. El 7% restante, aquellos con salarios promedio, probablemente se mantendrían igual.

En una época de creciente desigualdad y descontento político, los activistas del ingreso básico creen que esto podría ser una herramienta poderosa para restaurar la confianza social y el equilibrio económico. Y ahora, tienen evidencia sólida: el UBI no detiene a las personas de trabajar, incluso podría ayudarlas a prosperar.

En España, el Ingreso Mínimo Vital fue una política emblemática del partido de izquierda Podemos durante su breve tiempo en el gobierno. Diseñado para prevenir la pobreza y la exclusión social, proporciona una red de seguridad para personas con poco o ningún ingreso, e incluye incentivos para apoyar el empleo y la inclusión social.

Sin embargo, a pesar de funcionar a plena capacidad, grupos afectados han presentado una queja colectiva contra el gobierno español, alegando que su gestión del beneficio no cumple con los estándares sociales europeos.

El sueño de un ingreso básico está lejos de estar muerto, y gracias al experimento de Alemania, estamos un poco más cerca de saber cómo podría verse ese sueño en la vida real.