… una república, si puedes mantenerla”.
Así es como Benjamin Franklin describió el tipo de gobierno que la Convención Constitucional de Estados Unidos creó.
Sin embargo, parece que no podemos mantenerla, y no es culpa de los demócratas, sino de los republicanos. El problema radica en que los conservadores y los votantes republicanos se niegan a aceptar esta realidad. Todo lo atribuyen a los demócratas y votan por cualquier candidato con una “R” al lado de su nombre, sin importar cuán incompetente o deshonesto sea, solo porque “al menos no son demócratas”.
Un artículo reciente del Financial Times nos recuerda que los republicanos de Utah están molestos con Doge. A pesar de la deuda nacional de más de $36 billones y un déficit que supera los $2 billones, con un interés sobre la deuda que alcanzará al menos $1 billón el próximo año, parece que nada de esto es relevante en una democracia.
Aunque todos están de acuerdo en que se necesitan recortes, principalmente para garantizar la supervivencia económica, cada grupo defiende sus propios intereses, creando una dinámica que pone en peligro la democracia. A pesar de que el 85% de los republicanos apoyan los recortes propuestos por Doge, el 100% de los beneficiarios de los programas federales se oponen a perder sus beneficios. Todos reconocen que hay un despilfarro de billones de dólares, pero consideran que esos fondos no deben ser recortados.
¿Entonces, por qué los republicanos de Utah están tan molestos? Por los recortes al IRS, que curiosamente es el mayor empleador en Ogden. La hipocresía es evidente. Ojalá que los políticos fueran más coherentes en sus decisiones.
El problema institucional del despilfarro no tiene solución fácil. Todos los grupos políticos utilizan su poder para beneficiarse a costa de los contribuyentes, lo cual ha llevado a la situación actual de crisis. La Constitución no puede evitar esto, ya que depende de las personas que la apliquen. Y, desafortunadamente, como Hayek señaló, las personas que suelen ascender en política tienden a ser oportunistas, pero solo pueden mantenerse en el poder gracias a los votantes.
Existe una posible solución a este problema, aunque políticamente inviable: limitar el derecho al voto a los contribuyentes. La idea de otorgarle a 300 millones de personas el “derecho” a exigir el dinero de otros y esperar que actúen de manera responsable y honesta es absurda.
Si necesitas pruebas, solo mira a los republicanos que se niegan a recortar al IRS, la agencia más odiada por la población. Si ni siquiera podemos recortar a esta agencia, ¿cómo podemos esperar apoyo para recortar programas sensibles?
Esta situación solo cambiará cuando los votantes republicanos sean responsables y exijan coherencia a sus representantes. Lamentablemente, ese momento ya pasó hace décadas. El tiempo se agota.
Tiempo está