Las deportaciones de Trump solo funcionan si los países aceptan recibir a sus ciudadanos de vuelta.

La agenda de inmigración del presidente Donald Trump ha revelado una verdad crucial pero poco reconocida. La deportación no es unilateral. Requiere un acuerdo entre dos países: uno que está expulsando personas y otro que las está recibiendo. El presidente Trump hizo de las deportaciones masivas un tema central de su campaña. En los días desde que asumió el cargo, los agentes de ICE han llevado a cabo redadas muy visibles y han enviado aviones militares y charter con inmigrantes indocumentados de regreso a sus países de origen. Esto ha llevado a fricciones diplomáticas: un vuelo de deportados encadenados a Brasil provocó protestas de su gobierno, y el presidente Gustavo Petro de Colombia se negó a permitir que dos aviones militares de EE. UU. que transportaban deportados aterrizaran, desencadenando una confrontación diplomática que llevó a la amenaza de aranceles de EE. UU. antes de que finalmente Colombia retrocediera. Los conflictos mostraron que una cosa es detener a inmigrantes indocumentados por parte de la administración Trump, y otra muy distinta es deportarlos realmente. Enviar personas a otro país requiere negociaciones bilaterales, y, en la última semana, bastante presión diplomática.
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