La represa turística ha desbordado sus límites en Mallorca.

Me detuvieron en el supermercado local la semana pasada una anciana local beligerante. Quería mi opinión sobre el exceso de turismo en Sóller. Me preparé para este espinoso tema que rápidamente se ha convertido en un tema tabú en nuestro valle. Existe una furia sobre los precios de compra y alquiler de viviendas, el insoportable tráfico y la falta de estacionamiento. Para mi sorpresa, la pensionista combativa siguió hablando sobre lo importante que era seguir dando la bienvenida a los visitantes para mantener la economía a flote, y para que los mallorquines dejen de culparlos por sus propios problemas.

Subrayó que si los lugareños no hubieran vendido hace años, vendiendo y alquilando sus casas por sumas codiciosas a extranjeros, no habría una crisis tan grande en el mercado local de alquiler y vivienda hoy en día. También señaló que hace apenas unos años los isleños se lamentaban durante y después de la pandemia, cuando se enfrentaban a hoteles y restaurantes vacíos, y tiendas desiertas.

Es un viejo problema este asunto del turismo. Por supuesto que necesitamos visitantes para una economía estable, pero en los últimos años el modelo turístico definitivamente ha fallado. La represa turística ha desbordado sus límites. Un funcionario público local que conozco afirmó que la gentrificación de Mallorca era como un cáncer agresivo, devorando pueblos, ciudades y aldeas y destruyendo la auténtica forma de vida. Siempre ha sido mi mayor preocupación, ya que la razón principal por la que nos mudamos a la isla fue por su autenticidad y la tranquilidad rural. Aunque nuestra calle principal local en Sóller se ha convertido rápidamente en una tienda de regalos con el tipo de surtido de productos ubicuo que se puede encontrar en mercados de toda Europa, todavía afortunadamente conserva su esplendor arquitectónico y los sollerics siguen siendo maravillosos y característicos sollerics. Nadie puede arrebatarnos eso, y el alma del valle, un jardín rural del Edén, sigue siendo dichosamente inalterable.

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Lo que podría suceder es que para dar cabida a más y más visitantes, el ayuntamiento de Sóller cometa el terrible error de crear sin cesar estacionamientos, destruyendo huertos de cítricos y olivares, ¡las joyas que los turistas vienen a ver! En cambio, la mejor solución sería reinstalar el túnel de Sóller, cobrando una tarifa a los visitantes diarios y a los autocares turísticos por su entrada. Siento que esto ayudaría a disuadir a aquellos que simplemente quieren tomar fotos para Instagram sin ningún interés en la magnífica cultura y valores rurales del valle. No olvidemos las inmortales palabras de la cantante Joni Mitchell: Parece que siempre sucede que no sabes lo que tienes hasta que se va, pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento.