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En esta columna de la semana pasada, quizás hayas detectado cierto cansancio de mi parte con el pacto de sostenibilidad del gobierno. Después de tantos meses de unión y desunión, el 27 de febrero será un gran alivio. Ese es el Día de la Sostenibilidad, cuando se supone que el pacto revelará todo y la Presidenta Prohens presentará sus propuestas para abordar la saturación turística. O al menos eso creo que es el plan, tan fácil como ha sido perder la pista debido a las constantes declaraciones como preludio prolongado a las sabidurías de los expertos del pacto que se emiten como si fueran los Diez Mandamientos; doce de hecho, ya que hay doce grupos de trabajo del pacto.
Este cansancio por el pacto se extiende a los mensajes políticos aprendidos de memoria sobre la saturación. Hice alusión a uno importante la semana pasada, y ha sido repetido en el parlamento por el vicepresidente Antoni Costa. “Ustedes (siendo la oposición PSOE); ustedes han contribuido al hecho de que estemos cerca de romper la cifra de 20 millones de visitantes. Autorizaron 115.000 nuevas plazas turísticas en las Islas Baleares”. A estas alturas, pensaría que todos estamos al tanto de esta acusación, tantas veces ha sido mencionada por, por ejemplo, Costa, la Presidenta Prohens y el ministro de turismo Jaume Bauzá.
El vicepresidente estaba exagerando al observar que estamos “cerca” de superar los 20 millones. Basándonos en el récord total de 2024, estamos alrededor de 1,25 millones de turistas por debajo de ese umbral. Eso sí, si se mantiene un crecimiento en torno al cinco por ciento anual (el aumento de 2024), esto se superará en 2026. Costa también se equivocó al dirigir sus críticas. Fue básicamente Més quien provocó el aumento de plazas turísticas, gracias a la legislación de Biel Barceló para alquileres vacacionales – la legalización, sujeta a excepciones, de apartamentos en particular. Fue esto más que cualquier otra cosa lo que incrementó el número de plazas, aunque la regulación previa había proporcionado los medios para hacerlo.
Barceló parecía creer – más que eso, ya que lo dijo así – que habría una especie de desgaste natural. Las inscripciones de alquiler vacacional no se renovarían y se eliminarían por completo. Como lo fueron durante cinco años, puede que tuviera razón. Pero pase lo que pase, ocho años después de su legislación tenemos un escenario turístico en el que hay unos dos millones de turistas más al año que en 2017 y cuando Barceló estaba constantemente lamentándose por la saturación.
La actual dirección de Més acepta que la legislación fue un error colosal. Pudo haber sido con buena intención – una democratización del alojamiento turístico – pero no se puede negar que ha sido de gran importancia para aumentar el número de turistas. Así que el Partido Popular no está equivocado, es solo que siguen repitiendo lo mismo una y otra vez, reforzando así la impresión de que en ningún momento se habían opuesto al principio de liberalización del alojamiento. Una locura es que Iago Negueruela del PSOE puso freno en 2022 al introducir la moratoria de nuevas plazas (camas) para todo tipo de alojamiento, incluidos los hoteles. Sin embargo, el PP parece seguir queriendo levantar esto. No tiene sentido.
Otro argumento político constante se refiere al turismo de temporada baja. En los mismos intercambios parlamentarios que produjeron los 115.000 de Costa, la Presidenta Prohens afirmó que en 2024 las Islas Baleares habían crecido “más en valor que en volumen, con el aumento de visitantes centrado principalmente en los meses fuera de temporada”. En términos estrictos de porcentaje, es cierto que el crecimiento mensual en la temporada baja a media superó al del verano alto. En julio hubo un crecimiento del uno por ciento, en agosto un 1,2%. En contraste, y como ejemplos, hubo un crecimiento del 6,2% en diciembre y del 18,2% en noviembre.
Pero esto no puede disimular el hecho de que hubo casi un cinco por ciento más de volumen en todo el año y que hubo crecimiento en verano. No mucho en julio y agosto, es cierto, pero junio aumentó un 6,1% – 152.609 en términos reales. Podría ser que julio y agosto estén prácticamente al máximo de su capacidad de todas formas, que se haya alcanzado o se esté alcanzando un pico. Junio y septiembre tienen un camino por recorrer, siendo junio uno de los tres meses a los que se aplicaría un aumento en el impuesto turístico de verano. El dinero está puesto en este aumento, sea cual sea, se retrase hasta 2026, pero si el gobierno realmente cree que un aumento será disuasorio, que el volumen se controlará en lugar del valor, entonces ¿por qué esperar?
Prohens insiste en que no tomará medidas contra la saturación basadas en “percepciones personales, inclinaciones o fobias”. “El turismo representa el 80% del PIB de las Islas Baleares. No jugaré con el pan de los ciudadanos.” Bien, pero hay ciudadanos que exigen medidas de un tipo que al gobierno (no solo a este) le encanta describir como “valientes”. Deben adoptarse, y por una vez, ¿pueden hacerse sin repetir lo mismo una y otra vez?
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