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El fotógrafo Alexander Gronsky llama a la serie de imágenes que tomó en las afueras de Moscú, después de la invasión de Ucrania en 2022, Algo Está Pasando Aquí. Esta imagen de familias en la nieve tiene una especie de inocencia dudosa. Se yuxtapone en otras fotos de la colección con vehículos militares en ralentí en estos mismos paisajes invernales en el borde de la ciudad, y soldados rusos uniformados mezclándose con residentes comunes. El contraste da a todas las imágenes un borde inquietante de amenaza. Te encuentras mirando detenidamente, por ejemplo, a la pareja de figuras a la derecha de esta imagen, en un negro autoritario, y preguntándote cómo encajan con las personas en chaquetas de colores primarios. Son parte de un paisaje en el que la “vida normal” nunca es del todo lo que parece.
Gronsky nació en Estonia y ha estado basado en Rusia durante la mayor parte de su carrera, a pesar de ser arrestado en las protestas contra Putin de 2015. Siempre ha sido atraído por los curiosos terrenos baldíos en el borde de las ciudades, lugares medio desarrollados o esperando desarrollo, con excavadoras en espera, bloques de pisos sin terminar. En una entrevista reciente explicó cómo se sentía atraído por estas áreas porque esas “tierras marginales” representaban una especie de escape incierto de las reglas normales de las ciudades que te obligan a caminar por la acera y comportarte bien. “De repente”, dijo, “hay un hueco en la valla, y más allá hay un sitio de construcción abandonado. En este espacio se aplican reglas diferentes, no hay límites éticos; puedes usar este lugar como baño o romper botellas de cerveza.” Ese tipo de licencia no escrita crea lo que Gronsky documenta como una nueva especie de “pastoral” incómoda donde las normas se vuelven indisciplinadas, las fronteras porosas y en todas partes es una especie de tierra de nadie, donde, bueno o malo, “puede pasar cualquier cosa”.
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