La gira ‘All Born Screaming’ de St. Vincent la confirma una vez más como la reina oscura (pero extrañamente alegre) del rock: crónica del concierto.

St. Vincent ha estado llevando a cabo giras conceptuales bastante elaboradas en la última década. En su Fear the Future Tour en 2017, glorificando el synth-pop y presentando su álbum “Masseduction”, incluyó proyecciones de video pop-art en pantallas grandes, máscaras que ocultaban a los miembros de su banda y mucho látex en el vestuario para resaltar su apariencia de dominatrix de colores suaves. Por otro lado, en la gira de presentación de “Daddy’s Home” en 2021, combinó lo artificial con la calidez real, dejando de lado algunos de los adornos vanguardistas. Se tiñó de rubia y dirigió un equipo de coristas a través de un recorrido por el soul clásico mezclado con toques de psicodelia.

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Por supuesto, con St. Vincent, nada es tan simple. Su espectáculo sigue invitando a pensamientos profundos y reacciones primarias. Sin embargo, en el “All Born Screaming Tour”, se destaca lo minimalista. Sin pantallas de video, coristas ni sketches, con mucha guitarra eléctrica, es la representación más pura de St. Vincent que hemos visto en años. Aunque también apreciamos su material conceptual agudo, su talento es tan fascinante que nos sentimos atraídos a acercarnos lo más posible a ella, con o sin adornos.

En aras de esa cercanía, pudimos verla en un concierto poco común que incluyó en su gira actual, que generalmente se lleva a cabo en salas y anfiteatros de gran tamaño. Justo antes de tocar en un teatro lleno en el Greek Theatre de Los Ángeles durante el fin de semana, St. Vincent actuó en un lugar aproximadamente una sexta parte de ese tamaño, el Knitting Factory con capacidad para 1000 personas en Boise, Idaho. Fue una experiencia gloriosa, especialmente para los fanáticos de Eye Contact With the Stars. A St. Vincent le gusta interactuar con los fans que están frente al escenario en esta gira, y si te gusta la idea de que te mire con enojo mientras canta, como lo hace en “Broken Man”, debes saber que podría dirigirte una mirada desafiante esperando una respuesta.

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En esta gira, no hay nada que se asemeje a la de “Daddy’s Home”, podrían ser mundos totalmente opuestos. A pesar de la melancolía de muchas de las canciones, si no la mayoría, en el último álbum y gira, con todo el juego de disfraces de los años 70 y los matices de R&B, Annie Clark sigue siendo igual de humanizada en el escenario, incluso con su actual y atormentado estilo de rock ‘n’ roll que la lleva por caminos más oscuros. Leonard Cohen tituló uno de sus últimos álbumes “You Want It Darker”, y eso también podría aplicarse al nuevo álbum de St. Vincent, aunque “All Born Screaming” también transmite el mensaje.

Clark mencionó que ella y su banda habían visitado una sala de escape en Boise en su día libre. Se mostró especialmente encantada de que su bajista, Charlotte Kemp Muhl, hubiera asustado a algunos lugareños rubios en la calle con su apariencia un tanto gótica. Sin embargo, la evasión no es necesariamente lo característico de St. Vincent, al menos no en “All Born Screaming”, donde la muerte, la mortalidad y el duelo son los temas principales.

Clark demostró cierto descaro al comenzar su lista de canciones con la canción más lenta y cruda del nuevo álbum, “Reckless”, cuyo título se puede interpretar como “fallecido”. Sin embargo, la canción explota con acordes potentes, marcando el final del sombrío prólogo. A partir de ese tema de apertura, el resto del espectáculo se convirtió en una verdadera celebración de la vida, con canciones que abordaban la pérdida pero que resultaban emocionantes y enérgicas.

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Uno de los momentos destacados fue la interpretación en vivo de “Somebody Like Me”, una balada emotiva de inseguridad y esperanza, que demostró la solidez de las canciones en vivo. St. Vincent cerró el espectáculo con la canción principal de “All Born Screaming”, transmitiendo un mensaje de esperanza a través de su mantra repetitivo. Al final del concierto, todos podrían sentirse un poco renovados.