La familia Washington se reúne alrededor de la obra maestra de August Wilson con temática de legado.

En la obra de August Wilson “The Piano Lesson” (que se estrenó en Broadway en 2022, adaptada con cuidado y con un reparto muy similar para la gran pantalla por Malcolm Washington), Berniece no toca el piano desde que murió su madre. El piano está en su sala de estar, recordándole todo lo que sus padres, y los padres de estos antes que ellos, soportaron para que las generaciones posteriores pudieran ser libres. En términos literarios, el piano es un símbolo poderoso y nada sutil, lo que representa los logros y el sacrificio de su familia. Tallados en la superficie de madera pulida de la preciosa reliquia están los rostros de sus antepasados.

Berniece tiene un hermano llamado Boy Willie, que irrumpe en su casa al comienzo de la obra con un plan. Boy Willie cree que puede conseguir suficiente dinero vendiendo ese piano (además de un camión lleno de sandías que ha estacionado afuera) para comprar un pedazo de tierra que su familia alguna vez trabajó como esclava. Considera que el piano es tan suyo como de Berniece, y eso es lo que sus padres habrían querido. Pero el pasado está presente en “La lección de piano”, que está ambientada en 1936, pero está atormentada por la historia. Arriba acecha el fantasma del hombre blanco cuya familia “era dueña” del piano, y a quien su padre le robó el importantísimo piano.

Protagonizada por Danielle Deadwyler y John David Washington como los dos hermanos, “The Piano Lesson” plantea un dilema terrible: uno de los hermanos quiere seguir adelante, mientras que el otro se niega a dejar atrás lo que vino antes. Si bien la mayor parte del elenco es el mismo que apareció en Broadway, la película es innegablemente el espectáculo de Deadwyler. Con “The Piano Lesson”, Wilson escribió uno de los grandes papeles femeninos de su carrera, y en Deadwyler, tenemos a una protagonista que arde incluso cuando está en silencio, encontrando capas que ni siquiera el autor podría haber anticipado, lo que ayuda, ya que hay un sonido artificial en gran parte del diálogo.

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Cuando Boy Willie y su amigo Lymon (Ray Fisher) aparecen, con aspecto de haberlo resuelto todo, Berniece está arriba, en la cama. Su tío Doaker (Samuel L. Jackson, que ofrece una de sus mejores y menos grandilocuentes interpretaciones cinematográficas) los evalúa y se ríe: “Berniece no va a vender ese piano”. Cada vez que mira el instrumento, Berniece ve las lágrimas que su madre derramó por él. Su padre murió por el piano, perseguido por una turba blanca y quemado vivo después de que él y dos cómplices lo “recuperaran” tres décadas antes. El robo, si se le puede llamar así, abre la película, iluminado por la luz de los fuegos artificiales rojos, blancos y azules. Esa elección hace que la película sea instantáneamente cinematográfica, mientras que los flashbacks traumáticos posteriores en la película sirven para abrir la obra de teatro de una sola habitación de Wilson.

Teniendo en cuenta que “La lección de piano” trata temas de legado familiar, es apropiado que otra familia se haya unido para realizarla. Como habrás adivinado, Malcolm Washington, que hace su debut como director de largometrajes, es hijo del legendario actor Denzel Washington, que encontró uno de sus grandes papeles en otra adaptación de Wilson, “Fences”. John David Washington, que también interpretó a Boy Willie en la versión de Broadway, es siete años mayor que su hermano Malcolm, cuya hermana Katia se une a Denzel entre los productores de la película.

Se podría especular sobre cómo los temas de la película resuenan con los Washington, aunque “La lección de piano” posee una universalidad única entre las diez obras de Wilson ambientadas en Pittsburgh: el “Ciclo del siglo”, en el que el escritor capturó toda la gama de éxitos y luchas de los afroamericanos, con una obra por década. Si bien las diez se representan regularmente en escenarios de todo Estados Unidos, “La lección de piano”, ganadora del premio Pulitzer, abarca el mayor lapso de tiempo, atrayendo a la imagen a los espíritus de generaciones anteriores: no solo el fantasma de Sutter, que acecha en el piso de arriba, sino los miembros de la familia cuyos rostros aparecen en la reliquia.

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Aunque la historia se desarrolla en los años 30, habla de décadas de progreso, y contrasta a quienes se quedaron en Mississippi y otros estados del Sur (representados aquí por el personaje de Boy Willie) con quienes participaron en la Gran Migración hacia el Norte, como lo hicieron Berniece y su hija Maretha (Skylar Aleece Smith). Critica el sistema racista de encarcelamiento, que sufrió Boy Willie, y el legado aún más oscuro de la justicia por mano propia, que se cobró no solo a su padre, sino también al esposo de Berniece, Crawley (cuya historia de fondo se explica con menos claridad).

Más importante aún es que “La lección de piano” personifica a los hombres blancos que poseían o de alguna otra manera oprimían a su familia en la forma de Sutter, que todavía los persigue. Nos dicen que el viejo fanático se cayó a un pozo, pero Berniece sospecha que su hermano debe haberlo empujado. Boy Willie insiste en que fueron los “fantasmas del perro amarillo”, lo que introduce otra dimensión sobrenatural en la trama. Malcolm Washington nos presenta el fantasma de Sutter, pero deja cualquier otra fuerza vengadora a nuestra imaginación. En cambio, se limita principalmente a la sala de estar, donde Doaker y su viejo amigo Wining Boy (un fantástico Michael Potts) intercambian historias. Los dos también cantan, lo que aporta nueva vida a una película tan preocupada por el pasado.

Al final, “La lección de piano” parece más hablada de lo necesario, considerando todos los elementos visuales que Wilson le dio a Washington para trabajar: está el fantasma arriba, pero también los espíritus que vigilan a la familia a través del piano. La película cobra vida cuando Lymon se compra un nuevo traje de seda y sigue a los jóvenes por la ciudad hasta el legendario Crawford Grill de Hill District. Boy Willie tiene sus ideas para el futuro, pero Berniece también tiene opciones, como lo encarna el ambicioso predicador (Corey Hawkins) que acepta a regañadientes bendecir su casa. Se necesitará más que eso para deshacerse del fantasma. Si Sutter representa el trauma psicológico que aún posee a su familia, entonces la música ancestral es la fuerza que puede liberarlos.

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