La estrategia de los aliados de Donald Trump para controlar el Departamento de Justicia y el FBI.

Algunos aliados de Donald Trump están trabajando en propuestas para reducir la independencia del Departamento de Justicia y convertirlo en un perro guardián de las causas conservadoras, revelaron nueve personas involucradas en el esfuerzo. Si tienen éxito, la reestructuración podría ser una de las acciones más importantes de un segundo mandato de Trump, dada la función del Departamento de Justicia en la protección de las instituciones democráticas y el cumplimiento del estado de derecho. También marcaría una salida dramática de la declaración de misión del departamento, que identifica la “independencia e imparcialidad” como valores centrales.

El plan consta de dos partes principales, según las personas entrevistadas: inundar el Departamento de Justicia con conservadores leales y reestructurar el departamento para que las decisiones clave estén en manos de leales de la administración en lugar de burócratas de carrera. El FBI tendría nuevas restricciones en su autoridad, con muchas de sus responsabilidades transferidas a otras agencias de aplicación de la ley.

La campaña de Trump señaló que no se debería considerar oficial ningún aspecto de futuros nombramientos presidenciales o anuncios de políticas, a menos que provengan directamente del presidente Trump o de un miembro autorizado de su equipo de campaña.

Con Trump liderando la mayoría de los estados clave que probablemente decidirán la elección de noviembre, es posible que los asesores del ex presidente tengan la oportunidad de implementar sus ideas. Las promesas de Trump de remodelar el Departamento de Justicia han sido bien documentadas, pero se ha prestado menos atención a las medidas específicas que están promoviendo sus aliados y asesores.

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Algunos aliados de Trump proponen eliminar el abogado general del FBI, limitando la capacidad del buró para llevar a cabo investigaciones sin una supervisión política cercana. Trump ha respaldado públicamente una posible orden ejecutiva conocida como “Horario F” que le daría poder para reemplazar a miles de funcionarios civiles con aliados conservadores.

Los conservadores interpretan los acuerdos judiciales supervisados como acciones federales arbitrarias que interfieren con las agencias locales que intentan combatir el crimen. Los defensores de los derechos dicen que tales argumentos ignoran siglos de desigualdades documentadas.