Cifras impactantes han arrojado luz sobre la crisis de vivienda en las Islas Baleares, con hasta una de cada tres viviendas vacías durante todo o la mayor parte del año en un momento en que muchos lugareños luchan por encontrar alojamiento asequible.
Los datos, publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) como parte de su último Censo Oficial de Viviendas, muestran que de un total de 652,123 viviendas en las Islas Baleares, solo 441,536 de estas son residencias principales y, por lo tanto, se utilizan constantemente a lo largo del año.
Algunas 105,434 casas están vacías, mientras que 105,153 son segundas viviendas o viviendas esporádicas y, por lo tanto, tienen un uso limitado.
Los datos también han puesto al descubierto la disminución de la proporción de viviendas disponibles para los residentes locales en medio de una aguda escasez de alojamiento asequible: entre 2011 y 2021, año en el que se llevaron a cabo los últimos censos, la población de las Islas Baleares ha aumentado en 91,759 personas, pero el número de viviendas principales solo ha aumentado en 11,000.
La crisis de vivienda ha avivado protestas en toda las Islas Baleares contra la sobreexplotación turística y los alquileres turísticos a corto plazo.
En 2011, el 73.3% de las viviendas en las Islas Baleares se utilizaban como alojamiento principal, pero en solo una década esta cifra ha disminuido en más de seis puntos porcentuales; por el contrario, el número de viviendas utilizadas como residencias no principales ha aumentado en un 47.9%.
Muchos lugareños creen que están siendo excluidos con la priorización de la oferta de viviendas para segundas residencias o viviendas vacacionales en lugar de alojamiento asequible. En 2022, los precios de la vivienda en las islas aumentaron en más del 20%.
En mayo, miles de mallorquines salieron a las calles de Palma bajo el lema ‘¡Mallorca no está en venta!’ mientras los manifestantes criticaban a Airbnbs, hoteles, alquileres turísticos y segundas viviendas por aumentar los precios de la vivienda y obligar a los lugareños a compartir pisos, mudarse con la familia o incluso dormir en sus propios coches.